10 febrero 2014. Lunes de la quinta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en Genesaret, con sus discípulos, recién desembarcado. Acompañemos a Jesús en nuestra oración, contemplémoslo, toquémoslo y dejémonos curar por Él. Pidamos al Espíritu Santo que nos alcance conocimiento interior del Señor, para que más lo amemos y lo sigamos. Vamos a ir recorriendo el pasaje despacio, centrándonos en algunos detalles, con los ojos fijos en Jesús.
1. Algunos lo reconocieron. Muchos se cruzaron con Jesús mientras recorría Galilea. Muchos han oído hablar de Él hoy: le conocen como pueden conocer a Napoleón, a Julio César o a Nelson. Pero una cosa es conocer, y otra reconocer. Cuando hace años hubo un atentado terrorista en León recibí la noticia de que en él había muerto un comandante del Ejército. A las pocas horas me llamó por teléfono una compañera de trabajo y me preguntó qué me había parecido el hecho, y le contesté que era indignante, etc. Pero en cuanto me informó de que la víctima era un conocido común y caí en la cuenta de quién era, me quedé sin palabras. Re-conocí a mi amigo, el atentado me golpeaba profundamente, me conmoví de tal manera que apenas pude seguir al teléfono. Ese reconocimiento me llevó a cancelar mis planes de viaje para ese mismo día y a dirigirme inmediatamente a consolar a su familia. Cuando reconocemos a Jesús presente en las apariencias, acontecimientos y personas en el día a día, nuestra vida queda “tocada”, cambia, y no podemos por menos de “pregonar la noticia por toda la comarca, y traerle todos los enfermos”, como señala el pasaje paralelo en Mt 34-36. Que seamos de los que reconocen a Jesús, y se ponen a recorrer la comarca –nuestro mundo concreto–, pregonando la noticia de su presencia.
2. Le llevaban los enfermos en camillas. Hay en este pasaje unos personajes que pasan desapercibidos: son los camilleros. Son los que recorren el camino hacia Jesús cargando con el peso de los enfermos, los que los colocan en la plaza… Nos enseñan lo que hemos de ser en nuestro mundo actual. Es verdad que también nosotros somos enfermos, pero -además de a ser sanados- hemos sido llamados a llevar a los pies de Jesús a los enfermos que no pueden ponerse en marcha. Mañana celebraremos la memoria de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. Recordemos la labor de tantos camilleros y de tantos otros voluntarios que llevan a los enfermos a la Virgen y a Jesús. Son de esas tareas que se hacen en lo escondido, y en las que se cumple lo dicho por Jesús: “tu Padre que ve en lo escondido te lo pagará”.
3. Le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto. ¡Qué oración tan sencilla para prolongar nosotros a lo largo del día! ¡Déjanos tocarte, Señor! Al menos el borde de tu manto… y si Tú me alargas la mano y el corazón y me haces atrevido… Los enfermos le tocaban por fuera, su manto. Nosotros somos mucho más afortunados. Podemos tocarle por dentro… en la comunión. Jesús es el Dios tan cercano que se deja tocar y comer. ¿Y si en la oración, más que intentar tocarle, nos dejamos tocar por Él?
4. Y los que lo tocaban se ponían sanos. Experimentaron la fuerza sanadora que sale de Jesús. Pero para ser curados, antes tuvieron que reconocerse enfermos. ¡Cuántos hay se quedan con sus enfermedades porque no se consideran enfermos! Eso nos puede pasar a nosotros. ¡Cómo nos cuesta reconocernos pequeños, enfermos, miserables, pecadores! Y sin embargo, ¡cómo le gusta a Jesús acudir en ayuda de nuestra debilidad, curarnos, ejercer su misericordia, perdonar nuestros pecados…!

Oración final. Santa María, Nuestra Señora de Lourdes, Salud de los enfermos: Tú que has conocido a Jesús como nadie, y que lo has amado y seguido con un amor singular, enséñanos a conocerlo, a reconocerlo, y a tocarlo, para que seamos sanados por Él, y así nos pongamos en marcha para ser camilleros de los enfermos de hoy. Amén.

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