El 11 de Febrero del año pasado, el Papa Benedicto XVI anunció oficialmente que renunciaba al pontificado por su "edad avanzada". Horas después..., un rayo hacía impacto en el pararrayos de la Basílica de S. Pedro. La imagen fue captada en su momento y dio la vuelta al mundo... ¡No fueron pocos los que vieron.., lo que no vieron después..!
¡Un signo... Una señal...!
¿Quién de nosotros en esta vida no ha pedido a Dios alguna vez, un signo o una señal para certificar una oración.., una decisión a tomar.., o una verdad a seguir..? Creo que todos, y es que todos nos movemos, queramos o no queramos, en las coordenadas de los sentidos, más que en las de la Fe.
Nos pasa a nosotros y les pasó a los contemporáneos de Jesús: Ellos pensaban que el Mesías, cuando viniera, lo haría de una forma estentórea..., llamativa…, deslumbrante... Tendría que realizar algo insospechado..., increíble..., fascinante... Se tendría que repetir la división de las aguas..., o la caída de los muros..., a la voz de su palabra...
No se dieron cuenta de que Dios se les estaba apareciendo desde su cotidianidad.., su vida ordinaria…, su quehacer vulgar...
Ahora yo te pregunto y me pregunto... ¿Es que la vida que nos rodea y de la que somos partícipes cada mañana..., no está llena de signos y señales de Dios…? Pensemos un poco..., hagamos memoria de experiencias pasadas.., miremos a nuestro interior y recordemos algunas de las maravillas percibidas por nuestros sentidos como: el pan nuestro de cada día.., el agua que nos quita la sed..., el sol que nos calienta.., la amistad de un amigo.., la sonrisa de un niño o el candor de una madre... La vida está "poblada" de señales capaces de conmover el corazón más duro y la mente más obtusa... Cierro esta oración con una imagen, que nos ofrece la vida, como muestra de que la vida misma, es un signo de Dios en medio de nosotros...