- Nos preparamos para el encuentro con Jesús.
Invocamos al Espíritu Santo, pedimos ayuda a la Madre y la intercesión de San José. - Aprovecharnos de nuestra imaginación, buscar el contexto.
Hoy podemos representarnos a Jesús andando con sus discípulos dirigiéndose a los alrededores de Cesárea de Filipo, ciudad situada a los pies del monte Hermón, zona periférica, fronteriza y fértil, donde se encuentra el nacimiento del río Jordán.
El Monte Hermón es el pico más alto de Israel, su belleza ha sido fuente de inspiración de poetas árabes y hebreos. En sus laderas se han encontrado numerosos templos de la antigüedad.
Se cree que el salmo 42 fue escrito en este lugar. “Como busca la cierva corrientes de agua…”. “Cuando mi alma se acongoja te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón…”.
El Jordán en su nacimiento, es un conjunto de arroyos de aguas cristalinas, donde se ven los peces nadando en sus aguas, después se transforma en un río de curvas, que va cargando mucho sedimento. Cuando se acerca al Mar Muerto, ya no es cristalino; se pone oscuro pues lleva mucho barro.
Hay quien ha escrito que este río, es imagen de la historia de la Iglesia.
- Meterme en la escena como si presente me hallase.
En este contexto me debo situar como uno de sus discípulos, uno de sus ungidos.
Jesús les hace una pregunta fundamental:
- “¿Quién dice la gente que soy yo?”.
Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas. (La gente dice que eres un gran hombre).
Jesús deja las opiniones ajenas y ahora les interpela directamente. Eleva el nivel de comunicación pasando de “hablar de los demás”, a que manifiestes lo que lleva tu corazón:
- “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”.
Antes de escuchar la respuesta de Pedro, deberíamos parar la escena. Este es el momento, en el que interiormente cada uno de nosotros debemos responder.
Si nuestra respuesta está en línea con la del líder de los elegidos, entonces estamos en el buen camino.
- “Tú eres el Mesías”.
Después Jesús hablará de la cruz y la resurrección e increpará a Pedro. Si crees que hay otro camino, Satanás te engaña: “¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”.
Jesús ha elegido un lugar donde se adoraron ídolos ancestrales, para ser reconocido como el Mesías, como el “Hijo del Dios vivo”.
En la cercanía de un manantial de aguas claras: ha confirmado a sus elegidos, ha señalado a su cabeza y ha indicado nítidamente el camino a su Iglesia: la Cruz. No como fin, sino como medio necesario para llegar a la Resurrección.
- Hacer examen de la oración y ver qué luz nos ha trasmitido de forma más perceptible el Espíritu Santo.
A modo de quinta semana de Ejercicios, recordar a lo largo de la jornada esta luz, para elevar de vez en cuando, nuestro corazón a Dios. Usar la jaculatoria como medio de poder elevar rápidamente nuestra alma al Señor.
Pedir la gracia de escuchar a Pedro indicándonos quién es el Mesías y pedir la gracia de escuchar a los santos que una y otra vez vuelven a los orígenes, señalando dónde está el manantial de aguas claras.