29 junio 2021, martes de la 13ª semana de Tiempo Ordinario. San Pedro y san Pablo, apóstoles. Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Hoy es el día del Papa. Día grande en que elevamos nuestra oración por las intenciones de nuestro Santo Padre y de sentirnos orgullosos de pertenecer a la Iglesia Católica, la única Iglesia fundada por Jesucristo y donde se ha mantenido la sucesión apostólica a lo largo de los siglos, muy unida precisamente a la figura del sucesor de Pedro. Siempre me ha impresionado esta realidad. A veces nos cuesta ver en nuestra jerarquía, el Papa y los obispos, el signo visible e indiscutible de Pedro y los apóstoles, pero es una realidad gozosa.

Por otro lado, la liturgia nos ofrece unas lecturas preciosas. “Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él” … Ya en estas primeras comunidades cristianas se reconoce el liderazgo de Pedro y la unidad que creaba en torno a todas ellas, sobre todo para la oración. Que experimentemos también nosotros hoy, al saber que en muchas partes del mundo hay un cristiano rezando por el Papa, ese sentimiento de unidad y de identidad en torno a la figura del Santo Padre.

En el salmo 33 vemos los frutos de esa oración confiada: “El Señor me libró de todas mis ansias” … “El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él”. Aprovecharía mucho a nuestra oración que podamos repasar despacio este salmo.

Pero también recordamos a San Pablo, este apóstol incansable del Señor y con gran celo por las almas… “Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo” ... Pablo sabe que su partida es inminente y desde ya pone su confianza absoluta en el Señor, quien le librará de todo mal, le salvará y le llevará a su reino del cielo. Aprendamos de Pablo a suspirar por el cielo.

Y en el Evangelio se nos presenta la escena que fundamenta el encargo de Jesús al primer Papa de la historia “Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Fue voluntad de nuestro Señor contar con Pedro, hombre con múltiples limitaciones, pero plenamente enamorado del Señor.

Terminamos pidiéndole a la Virgen nos conceda, a ejemplo de San Pedro y San Pablo, la fidelidad y la perseverancia en la misión que nos ha encomendado el Señor.

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