Después de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un avemaría
pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el ejercicio que
tengo de hacer (san Ignacio).
Al día
siguiente: iniciaremos nuestro rato exclusivo con el Señor, poniéndonos en su
presencia y recordando la oración preparatoria de san Ignacio: Pedimos
gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y
operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina
majestad.
Del texto de
la primera lectura de Tobías tomo el final: Pero ya es hora de que
regrese al que me envió. Vosotros, bendecid al Señor y divulgad sus obras
maravillosas (Tob 12, 20). Tobías percibe el don de Dios, quiere
agradecérselo a su mensajero Rafael y este le viene a decir que el mejor
agradecimiento es divulgad las maravillas con las que Dios te ha bendecido.
Encontramos aquí los tres elementos que constituyen la experiencia de Dios:
conocimiento experimental del don de Dios, amor de agradecimiento que se
produce y disposición de servicio al Señor que se sigue.
El salmo es
el cántico de Tobit por los beneficios concedidos a él y a su pueblo en el
destierro. Bendito sea Dios, que vive eternamente. Dios es
digno de ser bendecido hasta en el cautiverio, en ese momento Dios también
muestra su Misericordia. Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. (Tob 13.8).
El evangelio
nos muestra a una pobre viuda que da, no de lo que le sobra sino de lo que para
ella sería imprescindible. Una mujer que pasaría desapercibida, se acercó
silenciosamente al arca de las ofrendas y echó dos reales: ¡todo lo que tenía
para vivir! Esta mujer es un santo de la puerta de al lado, nos
enseña con su acto lo que es el amor, de forma más evidente que todas las
argumentaciones escritas que podamos consultar a lo largo de nuestra vida.
Reflectamos
sobre nosotros, como diría Ignacio, preguntémonos: ¿Cómo es mi generosidad?
¿Solo doy de lo que me sobra? ¿Qué siento que me pide Dios? ¿Hay sintonía entre
lo que he recibido del Señor y mi respuesta? Consideremos estas cosas en
nuestro corazón, hagamos coloquio de ellas con el Señor.
San José enséñanos a hacer oración, cuida de nuestra perseverancia.