La oración es abrirse a la mirada
de Dios sobre nosotros y dejar que nos hable, escucharle para amarle más y
seguirle mejor.
“Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”
Por lo tanto, la indicación de
Jesús es imitar al Padre en la perfección de amor. Él perdona a sus enemigos.
Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los
Olivos. Jesús nos pide amar a los enemigos. Jesús nos dice: rezad, rezad por
vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no solo cuando tenemos
enemigos; sino cuando percibimos alguna antipatía, alguna pequeña enemistad. El
amor a los enemigos nos hace pobres, como Jesús, quien cuando vino se abajó
hasta hacerse pobre. Tal vez no es un “buen negocio” según la lógica del mundo.
Sin embargo, es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús hasta
conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos.
¡Señor!, lo que sale espontáneo
-instintivo- del corazón humano, es el “ojo por ojo” de la venganza pura y
dura: “el que la hace la pague”, como sentencia la justicia del mundo. “Pero Yo
os digo”, y nos dices muy bien, que es preferible la misericordia, la
reconciliación, el perdón y el amor al enemigo. Seguro que a los santos les
parecerían completamente razonables las palabras fuertes que pronunciaste,
inspiradas en la misericordia para sacarnos del egoísmo. El Señor da a conocer
su salvación.
Estamos en el mes del Corazón de
Jesús. En nuestra Diócesis de Zamora también es año Jubilar, año dedicado a la
familia, a San José.
No sé si somos conscientes de
todas las gracias que Dios nos regala cada instante, cada día. Recuerdo al P.
Carlos Pozzo, jesuita fundador de CIRCA que decía: “Corazón de Jesús, de Ti sí
me fio”.
Estamos terminando el curso
escolar, bastante difícil para todos, pero Dios nos sale a nuestro
encuentro.
Que sepamos perdonar con el
corazón de Jesús. Recordemos aquel dicho: “Si quieres ser feliz un instante,
véngate de una persona, y si quieres ser feliz siempre, perdona”. Demos un paso
más de verdadero hermano. Recordamos a san Juan de la Cruz: “Adonde no hay amor
pon amor y sacarás amor”. O en el bello comienzo de la última encíclica del
Papa Francisco «Fratelli tutti»: escribía san Francisco de Asís para
dirigirse a todos los hermanos y proponerles una forma de vida con sabor a
Evangelio… declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está
lejos de él como cuando está junto a él» …
Que en nuestro rato de oración
perdonemos de verdad; pidamos a San José por alguna familia necesitada;
entreguemos decididos nuestras miserias y pequeñeces en la gran misericordia
del Corazón de Jesús. Que Nuestra Madre del Sí, nos ayude a confiar y esperemos
de verdad que el calor de la oración les ayude, nos ayude.
Si te ayuda, canta la canción: hay un corazón que mana, que palpita en el sagrario, el corazón solitario que se alimenta de amor…