En el Evangelio
de hoy Jesús nos dice:
"Si su
justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no podrán entrar en el
reino de los cielos". Nos pone este punto, porque sabía que ellos no
estaban del todo mal, pues intentaban seguir a la perfección los preceptos de
la ley; solo que olvidaban una cosa, lo que Dios había dicho:
"Misericordia quiero y no sacrificios".
Esto era lo que no entendían ellos e, incluso
hoy en día, muchas veces nos cuesta entender que el primer medio de alabanza a
Dios pasa por medio del perdón, de la reconciliación y del amor. Nosotros, como
cristianos, estamos llamados a ser transmisores del amor que Dios ha tenido a
la humanidad.
El mensaje de
este evangelio es un mensaje de paz y de amor. ¡Cuánta paz alcanza un hombre
que no está enemistado con otro! Paz que no es ausencia de guerra, sino que es
presencia de Dios, presencia de Amor.
Hoy podemos aprender una nueva cosa: amar. Amar nunca se aprende totalmente. "El amor que no se practica se seca", dicen. Hoy es el día oportuno para volver a regar esa planta del amor.