Este sábado, coinciden muchas cosas: Por una parte es sábado que para un militante, es un día especial, el corazón anda más ligero en las cosas del Señor pues es su madre quien lo mueve. Pero además, la Iglesia en la liturgia nos propone lecturas especiales hasta el día de Navidad. Tanto es así que ya se celebraba la fiesta de la Expectación del Parto, en la que nos la presenta para dar a luz inmediatamente.
Y no podemos separarnos ni un instante de la Virgen, se está tan bien a su lado ponderando con Ella al que lleva en su ser. Así con este fondo podemos decirle todas las cosas que dice Isaías de Él y que hemos escuchado y seguimos escuchando en las lecturas de la misa:
- “Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado y nosotros fracasamos; aparata nuestras culpas y seremos salvos.” (Is 6316b-17)
“Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas” (Is 2,1-5).
- “Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios. Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres juntos -ha hablado la boca del Señor-
- Toda carne es hierba y su belleza como flor campestre se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.”(Is 40,1-11)
Son muchas las imágenes que pone el profeta para preparar la venida del Mesías, ninguna alcanza a la realidad del acontecimiento pero nos dan una idea para que nosotros caigamos en la cuenta a Quién esperamos.
Puede ayudarnos en este rato de contemplación al lado de María embelesado con la criatura que lleva dentro, ir repasando estas ideas del profeta bien que salgan de nuestros labios o mejor ponerlas en los labios de la Virgen que las pondera en su corazón y sin prisas se las dice a sí misma para que las oiga Jesús que es el protagonista principal de la obra que desde siglos se ha ido preparando para nacer del Espíritu Santo primero; luego escogiendo un pueblo, unos profetas que lo anunciaran con Juan Bautista que le señalara: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” y María en quien se encarna y nace como hombre.
Todo esto para salvarnos; nos trae la salvación, nos trae la paz, nos trae la vida eterna, hace brillar nuestro rostro, nos salva.
Vamos a acabar dando gracias porque nos ha salvado: “Te daré gracias, porque me has salvado”. Ven para que con tu venida alcancemos la libertad verdadera porque: “Dichosos los que esperan en el Señor”. AMÉN.