“La Palabra de nuestro Dios permanece para siempre”. El adviento del Dios eterno
Con esta expresión del profeta Isaías comenzamos la oración y hacemos de ella nuestra oración introductoria. Queremos que Dios sea el centro de nuestro día. Que su palabra acompañe cada acción de hoy, y que le demos a todo sabor a eternidad. El adviento además de celebración del Dios que vino a la tierra es celebración del Dios que vendrá y nuestra mirada debe estar siempre puesta en este para siempre...
“Nuestro Dios llega con poder”. El adviento del Dios que viene siempre
Con el salmo responsorial miramos esa otra dimensión del adviento que nos lleva a descubrir la sorpresa de Dios cada día. Es el Dios que viene, en cada instante. ¿Cómo me sorprenderá hoy esta venida de Dios? ¿Deseo que venga? ¿Responderé con un SI a su presencia?
“Se va en busca de la perdida”. El Adviento del Dios que se hizo misericordia
No debería dejar de sorprendernos la pregunta del Señor a sus discípulos ¿qué os parece? El Señor nos pregunta hoy la pegunta más importante: ¿qué te parece que mi amor por ti sea de misericordia? Hemos leído muchas veces esta parábola de la oveja perdida pero quizás nos falte sentirnos interpelado por ella. ¿Qué te parece?
- Si tu eres la oveja perdida... déjate buscar
- Si piensas en otros que necesitan ser encontrados por el Señor... pide al pastor que les salga al encuentro.
- Si quieres participar de esta búsqueda, pídele al Señor te de su mismo corazón.
Que al final de esta oración de hoy te sientas más cerca del Dios eterno que vendrá un día a nuestro mundo, del Dios que viene cada día a tu encuentro, del Dios que vino a mostrarnos su amor entrañable hacia el que está alejado.