28 noviembre 2016. Lunes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Antes de iniciar nuestro rato de oración, en este tiempo de Adviento, es imprescindible caer en la cuenta de que estamos y vivimos en la presencia de Dios. Por ello nos disponemos a ese diálogo con el Señor, que muchas veces se puede transformar en un quedarse embobado mirando el rostro de Dios.
Quiero proponerte hoy un momento de contemplación sobre la venida del Señor. Hay dos venidas en las que no podemos influir: una ya se ha realizado y ha consistido en la venida de Jesús en Belén hace ya más de 2.000 años. Dicho momento ha sido el centro de la historia de la humanidad y el centro de la historia de nuestra salvación.
La segunda será al final de los tiempos, cuando Dios quiera; Jesús vendrá como juez y el tiempo de los hombres habrá concluido en su primera etapa para comenzará otra en la presencia de Dios que ya no tendrá fin.
Después hay otras venidas del Señor que se dan en nuestra vida y todos podemos contar algunas ya. Yo me quiero referir hoy a otra venida que se dará en el momento de la muerte. Todos nosotros estamos en el tiempo de merecer, en el tiempo de hacer muchas obras. San Ignacio se preguntaba en cierta ocasión: ¿Qué debo pedirle al Señor, que me lleve ya, a través de la muerte, a su descanso eterno? ¿O bien debo pedirle seguir en este mundo haciendo el bien y salvando almas? San Ignacio optó por dejar al Señor que haga lo que quiera y mientras tanto seguir haciendo el mayor bien al mayor número de personas: Que todas mis acciones y operaciones sean para la mayor gloria de Dios.
No quiero dejar pasar este momento sin hacer una especial mención a la carta apostólica que nos ha mandado el Papa Francisco: “Misericordia et misera”. Nos la ha mandado con ocasión de la clausura del año de la misericordia. En ella quiere destacar que no ha terminado la misericordia en el mundo con el final de este año; sino que debe seguir y con mayor fuerza. Surge una invitación de la que quiero hacerte partícipe: ser misionero de la misericordia. Puede ser una de las mejores definiciones de un militante: ser misionero de la misericordia.

Pídele a la Virgen que te haga cauce para hacer llegar a todos la misericordia de Dios. Quédate anonadado viendo la misericordia de Dios pero a la vez hazte tú misericordioso.

Archivo del blog