Vemos hoy, en las
lecturas, esa alternancia de la ira de Dios con el canto de los vencedores que
alaban su justicia y
santidad. También nos muestran las persecuciones con el contraste de la
fortaleza y las grandes motivaciones, “con vuestra perseverancia salvaréis
vuestras almas”.
En Lucas 21, Jesús nos muestra, con
realismo y esperanza, lo que, a causa de su nombre, puede ocurrirnos en algunas
ocasiones; os echarán mano, os perseguirán… haciéndoos
comparecer ante reyes y gobernadores. Y no excluye, del grupo de instigadores a los
familiares, aunque todos os
odiarán por mi nombre.
Hasta aquí podrían
ser motivos de desesperanza. Pero nos anima, pues esto nos servirá de ocasión para dar
testimonio. Pensar que dar testimonio es algo nuestro sería un error. Jesús
nos anima, no tenéis que
preparar vuestra defensa. Porque
podría parecer que convencer depende o no de nuestras palabras. Sin embargo,
nos dice yo os daré
palabras y sabiduría a
las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Llama la atención
cómo el Señor cuenta con nosotros y nos lanza a la arena del testimonio. Nos
avisa y predice el sufrimiento que vamos a tener. Pero sin dejarnos de su mano, yo os daré.Estas
palabras serían para grabarlas a fuego y repetirlas ante cada impotencia, miedo
o egoísmo que nos veamos incapaces de vencer.
Todo lo anterior,
podríamos decir que son como “anécdotas” que es probable que nos ocurran. Pero,
lo realmente decisivo, es el amor que nos mueve en las situaciones de
contradicción y olvido de nosotros mismos que van a requerir. También en esto Jesús ha ido
por delante y sabe de lo que nos habla. Y me refiero, no tanto a la fortaleza
en el sufrimiento, cuanto al amor que debe mover el deseo de testimoniarle. El
acogerse al Padre para, en todo, recibir y mostrar lo que él nos va dando.
Luchar, dar la cara,
tener fortaleza en el testimonio (ante amigos o enemigos, familiares o
alejados), y vivirlos con
paciencia, nos preparan a algo grande, salvaréis
vuestras almas. Hoy día,
tenemos muchos y admirables ejemplos de esta entrega en paciencia y amor. Ahí
está Asia Bibi, desde hace varios años en la cárcel y tantos hermanos
perseguidos, arrestados, ajusticiados sin causa por el nombre de Cristo.
Como a San Juan de la Cruz, la
persecución y el dolor pueden dejarnos más
abajo y rendido que nos haga
pensar: no habrá quien alcance.
Pero de aquí surge la maravilla:
Abatíme tanto tanto/ que fui tan alto tan alto/ que le di a la caza alcance. No nos veremos defraudados porque esperanza del cielo/tanto alcanza cuanto espera.
Abatíme tanto tanto/ que fui tan alto tan alto/ que le di a la caza alcance. No nos veremos defraudados porque esperanza del cielo/tanto alcanza cuanto espera.
Podemos pensar en
María y cómo, haciéndose pequeña, pudo alcanzar esa fortaleza para estar junto
a la cruz. Cómo, por su paciencia de madre, fue coronada como reina y señora…porque
se hizo pequeña, la que es madre de Dios. Y en abajarse y hacerse pobre esclava,
la gran lección te daba de amar la humillación (Abelardo de Armas- Para vivir
la santidad)
Campaña de la
Inmaculada para hacerse pequeños. Campaña de amor, hecho testimonio, mirando a
Jesús y la Virgen.