20 noviembre 2016. Solemnidad de Cristo Rey (Ciclo C) – Puntos de oración

Dos motivos van a marcar la oración de este día: se concluye el Año Litúrgico y además se cierra el Jubileo de la Misericordia. Vamos a acompasar nuestro corazón orante a los sentimientos de toda la Iglesia.
Iniciamos nuestra oración con la que pone Ignacio de Loyola al inicio de todos los ejercicios:
“Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad”.
Necesitamos pasar de las inquietudes, de las preocupaciones, de las distracciones a la presencia del Señor: Podemos rezar despacio la oración de Ignacio, hasta que dejemos de tener presente todas esas cosas que nos estorban y nos pongamos de verdad delante del Señor, hasta que sintamos que nuestra oración es delante de Él: “Señor, que todas mis intenciones…”
Una vez puestos en presencia del Señor podemos entrar a meditar el Evangelio de hoy. Es la escena Jesús en la cruz y de la concesión del reino al buen ladrón, que la tradición reconoce como Dimas.
La composición de lugar hoy es muy sencilla. Os propongo tres escenas:
1.- Centrar nuestra mirada en Jesús crucificado. Ahí está nuestro Rey, nuestro Señor, nuestro Dios. Contemplar cada detalle: la cruz, su cuerpo herido, su rostro… Fijémonos incluso en la inscripción: Jesús de Nazaret, Rey de los judíos. Es también nuestro rey y el rey de toda la creación. 
Y delante de este Jesús crucificado leer las palabras del fragmento de la carta de Pablo que hoy leemos en la Misa: 
“Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas (…) todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”.
Pablo escribió estas palabras inspiradas contemplando a Jesús en la cruz, y solamente así se entienden de verdad.
2.- La conversación con el buen ladrón:
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Este “fragmento de misericordia”, que a los que nos sentimos pecadores nos llena de esperanza, es la oración adecuada para este final del Jubileo de la Misericordia. 
En contexto ignaciano, os invito a hacer un examen de nuestro año, o de nuestra vida. Por si os ayuda para motivar este momento esta es una oración preparada para la ocasión, que podemos recitar mirando de nuevo a Jesús en la cruz: “Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido”. Señor, ten misericordia de este pecador.
En esta escena sobran las palabras. Solo nos queda mirar a Jesús.
3.- El coloquio con María, junto a la cruz de Jesús:

Madre, que vea. Que no deje de mirar a Jesús y sobre todo que me deje mirar. Haz que su mirada de perdón y misericordia traspase mi pecado y me haga perdón y misericordia para los demás. Amén.

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