La primera lectura nos hace una
sugerencia para la oración de hoy: hacer un examen de vida personal. La
exhortación que San Pablo dirige a San Tito muy bien puede aplicársenos a cada
uno de nosotros. El nivel de exigencia que le pide es muy alto, pero acorde a
la responsabilidad que le ha confiado: obispo y enviado suyo en Creta, ser el
pastor y padre de una comunidad de hijos de Dios, de salvados por la Cruz de
Cristo. Quizá nosotros no tengamos un nombramiento y mandato tan expreso como
el de Tito, pero si algo hemos podido aprender del Padre Morales es que la
Iglesia depende de mí, sea cual sea mi estado de vida. Soy tan responsable de
ella como sus pastores -ya sean sacerdotes, obispos o el Papa-, la Iglesia será lo que yo haga que
sea.
Desde esta perspectiva podemos
enfocar la oración. Ponernos delante del Señor y decirle: “Hubo quien te
preguntó que si acaso era responsable de su hermano, ¿qué ejemplo doy yo a los
míos? ¿Qué esperas tú de mí? ¿Cuál de las figuras de la carta de San Pablo debo
tener en cuenta para mí vida: la del anciano o la anciana, el padre, el joven,
quizá otra? ¿Qué dicen de mí los que me conocen? ¿Qué imagen de Ti doy? ¿Cuál
es el siguiente paso que tengo que dar? ¿Dónde estás Tú presente haciéndome
signo de la vida nueva que has derramado sobre mí?” Que sea un momento para
descubrir nuestras debilidades y los pasos que el Señor quiere que demos, pero
también para descubrir su presencia en nuestra vida, para contemplar dónde se
ha hecho presente “enseñándome a renunciar a la impiedad y a los deseos
mundanos y a llevar una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha
que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador Nuestro,
Jesucristo” (primera lectura). Pero sin engreírnos en esas gracias porque “Es
el Señor quien salva a los justos” (versículo del salmo), nosotros somos, como
dice el Evangelio, "unos
pobres siervos que hemos hecho lo que teníamos que hacer". Nuestra alegría
es haber participado en la Salvación que Cristo trae a la tierra, el habernos
hecho un poco más parecidos a Él y, así, estar un poquito más cerca del Cielo.