26 noviembre 2016. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Antes de comenzar a meditar la Palabra, conviene siguiendo el consejo de San Ignacio de Loyola purificar nuestra intención y caer en la cuenta de lo que quiero. Puede ayudar para ello repetir con el corazón, muy despacio, la siguiente oración del mismo Ignacio: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Pero reflexión o hacerse preguntas, no es hacer oración. Un monólogo con uno mismo no es oración. La oración es diálogo, apertura y comunicación con Dios. La oración es un camino de amistad, que no consta sólo de palabras y conceptos, sino sobre todo de miradas, afectos, llamadas y respuestas. Oración es intimidad.
Por eso, para entrar en amistad y en el servicio de nuestro Señor, lo mejor será sumergirse en la escena del Evangelio, contemplar la mirada con que Jesús acaricia a sus amigos (hoy, aquí, ¡a mí!), y hablar con Él de amigo a Amigo, de corazón a Corazón.
El Adviento está llegando. Renuncias y sacrificios alguno habrá que hacer, pues nos ayudará a tomar conciencia de que el Amigo viene buscándonos, y es necesario que nos encuentre disponible: vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11).
Pero la clave siempre será hacer espacio interior para acoger su Amor, para acogerle a Él. “Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero...”
Llevar a la oración, para ganar libertad interior sobre ello, presentando con confianza ante el Señor por medio de la Virgen, todo lo que nos preocupa (nos ocupa espacio interior) impidiendo acoger al Señor que ya llega.
Adviento es llegada. Adviento es espera. Adviento es recibir a un Dios débil que se hace cercano. Adviento es ver cómoda noche de la humanidad se abre al Amanecer del Sol que resplandece en  lo alto. Comenzar el adviento en nuestras vidas es descubrir que, junto al Señor, todo, siempre, acaba bien: “Ya no habrá más noche, porque el Señor irradiará luz sobre ellos”.
Hermoso comienzo de Adviento: pedir que el Dios que viene, nos encuentre disponibles para acoger su llegada. “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.

Hacer espacio, para dejarnos encontrar...

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