6 noviembre 2017. Lunes de la XXXI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Que no me preocupe dedicar una parte extensa de mi oración en este primero momento, en pedir al Espíritu Santo que sea Él quien haga en mí la oración, pues no puede ser algo a mi medida, trabajado desde mis fuerzas. Es necesario abrirse a la novedad de Dios sin reservas.
Dos luces recibidas de las lecturas de hoy:
1.      A propósito de la primera lectura: sería interesante leerla despacio, mirando al sagrario, y reflectir para intentar sacar provecho:
o   los dones de Dios son irrevocables: ¿en qué dones te has regalado Dios mío, en mi vida? Detenerse en ellos. Dejar que brote la gratitud…
o   ¿A qué desobediencias y misericordias, propias y ajenas, me remite esta lectura? Hablar con Dios de ello, pedir gracia para vivir aquello que brote, desde la convicción de haber sido elegido.   
2.      A propósito del Evangelio: no invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados.
o   Dios ama la pobreza, le pirra. A nosotros nos escandaliza. En especial la nuestra: ¡Dios ama aquello que nos escandaliza de nosotros mismos!
o   Pedir ser invitados a Su Mesa, pedir no quedarnos fuera avergonzados por nuestra miseria…
Ha comienza la campaña de la Inmaculada (externa e interna). El sábado en el círculo de los militantes en Madrid, nos preguntábamos si María podría haber dicho que no a Dios, cuando el Arcángel se le apareció. Claro que lo podría haber hecho. Pero, de hecho, dijo hágase. Cuando un alma está llena de Dios (ha dejado llenar su desobediencia con la Misericordia de Dios), y ha experimentado que los dones de Dios son irrevocables, siente que su vida se ha convertid en misión. Y no por obligación, sino por pura y gozosa coherencia con lo que uno ha comenzado a ser: ¡el hijo muy amado, el predilecto, en quien Dios se complace! ¿Habrían comprendido los mártires españoles del s. XX, algo de esto?
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,
en la noche del mundo,
tocar la mano de Dios y así, en el silencio,
escuchar la Palabra, ver el Amor.
María, pudiendo decir no, de hecho dijo hágase. Yo también puedo decir no. Pero de hecho, también puedo decir hágase... ¡Madre, ayúdame!

No terminar la oración sin hacer el examen.

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