8 noviembre 2017. Miércoles de la XXXI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Antes de hacer este rato de oración, es imprescindible ponerse en la presencia del Señor. Si es posible estar ante un sagrario o ante un Cristo crucificado.
En el Evangelio de hoy Jesús se ha puesto muy serio y nos ha dicho las condiciones para ser sus discípulos. Me imagino que algunos de los que leéis estos puntos estáis consagrados a Dios, a otros os gustaría y otros estáis casados; pero lo cierto es que la llamada a ser sus discípulos es para todos, aunque sean diferentes las circunstancias.
La primera condición es: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”. El texto no dice que haya que abandonar necesariamente a los seres queridos, sino que no puede poner por delante del Señor a ningún ser querido. El Señor es lo primero y si Dios nos pidiera TODO, es necesario estar dispuesto a darlo todo.
La segunda condición viene en las últimas palabras del texto de hoy: “Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”.
Duras palabras son estas, pero ahí están y no podemos cambiarlas. Creo que muchos de nosotros nos hemos considerado, hasta hoy, discípulos del Señor; pero ahora nos preguntamos si hemos cumplido estas dos condiciones hasta ahora. Nos podemos hacer algunas preguntas: ¿He renunciado a mis bienes totalmente? No sólo dinero, también cualidades. ¿He puesto al servicio de los demás mi dinero, mis bienes, mis cualidades? ¿Ha sido Dios para mí lo más importante en mi vida? Quizás puedo percibir que he puesto otras cosas por delante: personas, profesión, lugares…
Hoy es un buen momento para darme cuenta de que no todo está en su sitio y aún tengo tiempo para recolocarlo de nuevo. A lo mejor es necesario parar y cambiar determinadas cosas, personas, situaciones.

Pídele a la Virgen fuerzas para llevar a cabo esta reforma en mi vida. Ella sí que logró ser la discípula predilecta del Señor; su corazón era libre y se entregó por entero.

Archivo del blog