7 noviembre 2017. Martes de la XXXI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Si abrimos el evangelio de S. Lucas por el capítulo 14, nos daremos cuenta de que Jesús predica y enseña al calor de la vida ordinaria, de las ocupaciones comunes, como pueden ser una comida, o un almuerzo...
Comenzaba ese capítulo 14 entrando Jesús en la casa de uno de los principales fariseos para comer, y había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía... Jesús tocando al enfermo lo cura y lo despide..., después de dar una enseñanza sobre el sábado...
No conforme con esta enseñanza sobre el sábado, va a darnos Jesús una lección magistral sobre la humildad, al ver como buscaban los comensales los primeros puestos en la mesa...
Pareciera que con lo expuesto sería suficiente, pero el Señor sigue profundizando, y así llegamos al evangelio de este día..., en que constatamos la dejadez y la desidia de los principales invitados al banquete...
¡Quien invita es nada menos que Dios...!
¡El banquete, bien podía ser la venida de su Reino...!
¡Los primeros comensales, los judíos...!
¡Los pobres, los lisiados, los ciegos y los cojos.., podían representar a los publicanos y los pecadores...
¡Y los de los caminos y senderos los gentiles...!
Hoy puede ser un buen día para preguntarnos, sobre cuál es nuestra posición, ante la invitación que Dios nos hace constantemente para participar en el banquete del Reino de los Cielos...
Sería muy triste que no respondiéramos adecuadamente, cuando de la respuesta depende nuestra felicidad en el tiempo y para la eternidad...
¿Me ocupa la vida en demasía la profesión, el mundo laboral…?
¿Son las cosas materiales las que me obsesionan...?
Aún lo más santo que tenemos que es la familia.., ¿me impide darle a Dios lo que a solo Dios pertenece...?
Creo que todos podemos mejorar un poco en estas realidades cotidianas, y que por ser tales, a veces toman el mando de nuestra vida... Pensemos y oremos, que no hemos nacido solamente para trabajar.., que no hemos nacido para tener o acumular cosas.., aunque tengamos necesidades varias... Sino que hemos nacido para ser felices con Dios, en Dios y desde Dios, y que este es el gran banquete de la vida y el premio de la eternidad...

¿Cómo salvarnos de la condena final hoy tan claramente formulada...? "¡Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete...!" Creo que la forma es siendo sencillos como publicanos y pecadores, y dando gracias a Dios, por no haber sido excluidos de la mesa del banquete por provenir del mundo gentil y no judío...

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