Acudimos, como
cada día, a encontrarnos con nuestro amigo Jesús, el Señor, que como siempre,
nos espera. De hecho, no nos quita ojo de encima y está deseando que llegue
este momento del día en el que vienes a verle.
El evangelio
de hoy nos muestra precisamente esto: Jesús, que ve desde lejos los movimientos
del pequeño Zaqueo, se sitúa en lugar adecuado para dejarse encontrar por él,
como se deja encontrar en este momento por ti. Dios se deja encontrar porque
desea cruzar su mirada con la tuya e invitarte a pasar un rato íntimo contigo,
a solas, en tu hogar, en tu corazón.
Hoy, déjate
mirar hasta el fondo por Jesús. Deja que ilumine tu realidad y observa los
movimientos de tu corazón. Mira cómo se alegra en su presencia, cómo se abre
ante su mirada de amor. ¿Qué quieres devolver hoy? ¿De qué te quieres liberar?
¿Qué has descubierto que te sobra ahora que estás con Jesús? Mucho que pensar,
que rezar, que preguntarle a Él. Hazlo ahora, en este momento de silencio.
Pídele al Señor que te haga ver su voluntad sobre tu vida, que abra tu corazón
y tu mente. Y pídele memoria agradecida de éste encuentro que hoy estás
teniendo con Él.
Terminemos cayendo en la cuenta de que Dios nos sostiene, como dice el
salmo, y como muestra el ejemplo de la primera lectura. Pidamos a la Virgen, en
esta campaña de la Inmaculada que nos ayude a buscar a Jesús como Zaqueo y a
ser valientes como Eleazar.