Jesús sube a Jerusalén para ser
proclamado rey y establecer su reinado. Pero esta subida no es como se podría
imaginar llena de gloria, sino que pasa por la cruz. Esta alusión a Jerusalén
abre y cierra el evangelio de hoy. El reinado de Jesucristo podríamos concluir
pasa por el momento presente, en el ahora es cuando se determina ese señorío de
Cristo en nuestras vidas. La expectación del Reino era viva en tiempos de Jesús
y lo fue por mucho tiempo entre los primeros cristianos y los apóstoles
debieron educar a aquellas generaciones en la verdadera esperanza. Pedimos
nosotros hoy esa verdadera esperanza para nuestra vida que con la fe y la
caridad debemos acrecentar cada día.
“NEGOCIAD MIENTRAS VUELVO”
Hoy la iglesia recuerda a santa Cecilia,
virgen y mártir, una de las siete mártires que recuerda la anáfora primera de
la misa: “…Águeda, Lucia, Inés, Cecilia…”. En la primera lectura vemos el valor
del martirio en ese texto heroico del libro de los macabeos. La verdadera
esperanza dio valor a esa madre para alentar a sus hijos fundada en la
verdadera fe y amor a Dios. Es una constante de la historia: el sufrimiento del
justo en esta vida que pasa y su aportación correctora frente al mal
imperante.
Estos testimonios de valor alientan el
martirio blanco del cumplimiento del deber que edifica el reinado de Jesucristo
en este mundo. La esperanza cristiana es el mayor motor de desarrollo de este
mundo, lo que le orienta hacia su plenitud aquí y en la nueva creación.
Jesucristo recapitula en si todas las cosas.
La pequeña gran santa de este día,
patrona de la música, interceda por nosotros y nos ayude a poner armonía en
nuestra vida.