3 noviembre 2017. Viernes de la XXX semana del T. O. – San Martín de Porres – Puntos de oración

Situarnos en la presencia del Señor, pedir la gracia de la oración, y, acallar ruidos, internos y externos, es un modo fenomenal de prepararnos al encuentro de quien sabemos que nos ama.
Grande es el amor que S. Pablo nos dice que muestra por los de su raza, pues aceptaría, incluso, llegar a ser un proscrito lejos de Cristo. Y esto se debe al dolor que le produce su cerrazón. Ciertamente es mucho lo que Dios había regalado al pueblo de Israel. ¡Mucho le fue regalado a este pueblo escogido!; “fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes según la carne, nació el Mesías”.
Profundicemos en los dones que hasta ahora hemos recibido de Dios. Esto nos evitará el enfermar de dureza de corazón o nos curará de las dolencias de la arrogancia, insolencia, desprecio del otro, del orgullo, en definitiva. En el Salmo, abundan expresiones de agradecimiento como; “glorifica al Señor; alaba a tu Dios, ha puesto paz, te sacia, envía su mensaje, anuncia su palabra…”.
Si realizamos un contraste de lo que recibimos, a nivel humano y espiritual, respecto de personas que tenemos, no sólo en nuestro entorno sino en países lejanos, es para no dejar de alabar y glorificar al Señor. Por eso S. Pablo se extrañaba de que el pueblo fariseo estuviese tan cerrado, después de haber recibido tanto de Dios.
La palabra, que se nos proclama en el evangelio de este día, es un ejemplo de esa dureza que comentaba. Aunque, a pesar de los fariseos, Jesús, curará al enfermo de hidropesía. La idea que nos ofrece el Señor es que, el amor al otro, debe estar por encima de una norma. Y la refuerza con el ejemplo del burro que se cae al pozo en sábado, “¿no lo sacaríais enseguida?”. Es lógico que se quedaran sin respuesta.
Hoy, la Iglesia, nos ofrece un ejemplo de amor, humildad y obediencia extraordinarios en San Martín de Porres. El P. Fernando Aragonés testificará: "Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor". La portería del convento era un reguero de soldados humildes, indios, mulatos, y negros; él solía repetir: "No hay gusto mayor que dar a los pobres". Aquí vemos que, otro fruto del corazón agradecido, es la apertura sincera y constante a los que nos rodean, hacer el bien. Es una ocasión providencial para encomendarle el fruto de la próxima visita del Papa a tierras peruanas.
Ya tenemos, a poco más de un mes, la gran fiesta de la Inmaculada. No podemos vivir sin Ella, pues buscamos un ejemplo limpio, amable, grande. Algunas virtudes que nos enseña son;
AGRADECIMIENTO; Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
HUMILDAD; El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

UNIR TRADICIÓN Y NOVEDAD; Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

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