En este domingo algunos estamos haciendo un día de retiro, otro estaréis en
vuestras casas y algunos en la Iglesia. Nos ponemos en la presencia de Dios.
Hacemos el ofrecimiento de obras.
Leo despacio las lecturas y el evangelio y me quedo en silencio, meditando
lo que me dice.
El Evangelio de este domingo narra la parábola de los talentos tomada
de san Mateo. El hombre de la parábola representa a Jesús; los siervos somos
nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el
patrimonio? Su Palabra; la Eucaristía, la fe en el Padre celestial, su perdón,
sus bienes más preciosos…, estos son el patrimonio que Él nos confía, no solo
para custodiar, sino para hacer que fructifique. Todos los bienes que hemos
recibido son para darlos a los demás. Y así crecen. Es como si nos dijera«aquí
tienes mi misericordia, mi ternura mi perdón. Tómalos y haz amplio uso de
ellos». Y nosotros, ¿qué hemos hecho con ello? ¿A quién hemos
contagiado con nuestra fe?
En esta parábola se condena al pusilánime y se elogia a quien se pone a
trabajar con lo que tiene para, desde ahí, multiplicar el patrimonio recibido.
La libertad es, podríamos decir, la puesta en marcha o en juego de los propios
talentos, y a eso nos llama este evangelio.
Pedir al Padre bueno que me ayude a
darlo todo por Cristo, a ser mejor y más fiel en el seguimiento.
Pido durante este tiempo por aquellos familiares que lo necesitan.
Me dispongo a terminar el tiempo ordinario y preparar la fiesta de Cristo
Rey.
Acción: Puedo hacer una lista con los talentos
que me han sido concedidos y mirar a ver si hay alguno que esté enterrado en un
agujero del suelo.
Si se me hace difícil, recordar a Santa Teresa que, cuando algo se le hacía
difícil, decía: «Mirad a Cristo clavado en la Cruz y todo se os hará
poco».