“A Dios que concede el hablar y el
escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y
escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Dice la
lectura de los Hechos que, al hablar de la Resurrección, “les traspasó el
corazón”. Hemos meditado sobre la Cruz y el sacrificio, hemos visto a los
apóstoles llorar, tener miedo y pavor, huir… Ahora los vemos con la fuerza del
Espíritu (Hechos es después de Pentecostés) y los que le escuchaban se
convertían a miles, los vemos sonreír, les vemos valientes, audaces y felices.
En palabras de Chesterton: “Cristo prometió tres cosas a sus discípulos: que
serían valientes, absurdamente felices y constantemente en problemas”.
¿Has
resucitado tú? ¿Ha sido tu corazón traspasado por la luz de Cristo resucitando?
Quédate contemplando a Jesús consolando a su Madre, aparición que Ignacio de
Loyola nos dice que, aunque no aparezca en la Biblia por sentido común sabemos
que ocurrió. ¿Qué le diría? “Hola Mamá. Ya ves, aquí estoy. Gracias por
permanecer. Gózate y regocíjate”. ¿Cómo sería ese abrazo entre María y Jesús
Resucitado?
“Alegraos” nos
dice San Pablo. No lloraste de verdad en Viernes Santo si hoy no se te asoma y
tonta sonrisa. No sufriste en la Cruz de forma sincera, si hoy no te sale una
alegría cierta. La Cruz es camino para el Cielo. La Cruz es invento humano,
invento de muerte y destrucción. La Resurrección es idea de Dios. Sacar vida de
la muerte es milagro de Dios. La Cruz es apreciada por nosotros porque ahora
esta transformada gracias a la fuerza transformadora de Cristo. Tus miserias y
pecados, que son obra de muerte del hombre, pueden ser también transformados
por la fuerza de Cristo y ser instrumentos de Resurrección.
Feliz Pascua.
Feliz oración… de mano de la Virgen feliz.