Acompañamos a Jesús en sus últimos días,
antes de la pasión.
A dos días de Domingo de Ramos y a
dos de la última cena Jesús tiene encontrados dos sentimientos: “La humanidad
me ha aceptado como Mesías y así me ha proclamado”. “Me voy a entregar del todo
a esta humanidad que justo después me va a intentar borrar”.
Este martes es un día de incertidumbre,
de ver cómo Jesús sabe de nuestra fragilidad, y comprende lo cambiantes que son
nuestras opiniones.
Ante esto, sólo queda una certeza: su
amor hacia nosotros.
El camino: entrar en su corazón y sus
sentimientos y orar intensamente para mantenernos firmes en la fe en las
tormentas, en el calor y en la niebla.