A mí me conocéis, y conocéis de dónde
vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es
veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él
me ha enviado. Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano,
porque todavía no había llegado su hora.
Se acercan los días de la Pasión del
Señor, en dos semanas estamos celebrando el Viernes Santo, la Muerte del Señor.
Gesto de amor inmenso en el que Jesús da la vida por nosotros, cumpliendo la
voluntad del Padre, bajando a los infiernos del dolor físico y psicológico del
abandono, la burla y la traición, para llenar de sentido esos sinsentidos
humanos y para que, cuando nosotros los vivamos, podamos encontrarnos con Jesús
en nuestras heridas. En cualquier experiencia humana, puedes encontrarte con
Jesús porque Él la acompaña, te ayuda a vivirla, está ahí contigo. En la
alegría, en el gozo, en la paz, en la belleza, en la armonía…, te encuentras
con el Señor. Pero también en la enfermedad, en la tristeza, en la soledad, en
la burla, en el fracaso, en el abandono…, porque Él los vivió y los llenó de su
presencia para siempre. Nada escapa a la presencia de Cristo, nada hay que
puedas vivir ajeno a Él.
Jesús, ayúdame a buscarte en los
momentos más oscuros de mi existencia. No permitas que los viva solo, sin Ti
porque tu entrega no fue en vano, tu pasión conforta las mías, tu amor por mi
llega hasta lo más hondo y duro de mi existencia. Por eso, yo quiero
acompañarte en tu Pasión para darte gracias, para agradecer tu amor por mí.
¿Qué puedo hacer por ti?