Estamos en la SEMANA GRANDE, Semana de
Pascua, es tan grande lo que empezamos a celebrar en la Vigilia Pascual,
que la Iglesia que ha acumulado a lo largo de tantos siglos la experiencia de
esta celebración, que decide que no solo una vigilia ni el primer día de la
semana, el Domingo de Resurrección; sino que durante una semana estemos
celebrando esta Victoria sobre la muerte y el pecado, el mundo y sus
concupiscencias, el mal y el sufrimiento. Pero, es más, para prepararnos se
dedican cuarenta días de la Cuaresma, para que caigamos en la cuenta del
significado de la Resurrección, es una cincuentena hasta el Domingo de
Pentecostés con el envío del Espíritu Santo.
Resuena el aleluya del “Regina” todos
los días oración y canción con mil interpretaciones que los compositores se
deshacen por superarse, como el que escuchamos los militantes en la Catedral de
Vitoria en la Vigilia presidida por nuestro querido obispo D, Juan Carlos
Elizalde en la que nos invitó a resucitar a todos de todas
las encrucijadas que tengamos o hayamos tenido en la vida. “Regina” Es una
oración que faltan días para saborearla en la oración durante esta cincuentena,
al lado de la Virgen Reina en la que invitamos a que se alegre y nos contagie su
alegría de ser la preferida en visitar el Señor la primera. ¡Qué encuentro! No
hay pueblo español que no lo celebre con una procesión el domingo en la mañana,
en que la Virgen cambia el negro por el blanco ante tanto resplandor al mirar
al Hijo que le dice: ¡Madre!
Qué “Madre” sería aquél si ya el “María”
que le dice a la Magdalena poco después cuando se le aparece, le hace exclamar
como fuera de sí: ¡Rabonní! - Maestro mío y se quiso abrazar toda
eufórica. Algo así y quizá más sublime fue lo que pasó en el encuentro de
Jesús con su Madre. No lo podemos imaginar, se nos llena el corazón de emoción
y Ella le respondería: “¡Hijo!” Hijo mío, llena de fe esperanza y amor
segura de que iba a encontrarse con Él.
Puedes quedarte saboreando las
palabras del “Regina”, meditándolas despacio y contemplando la escena:
Alégrate, María, ALELUYA (Que no deje de resonar en tu corazón y vida en estos
días el Aleluya, alegría inefable de os que creen que resucitaran con ÉL)
Aleluya, Aleluya, arrebatador como Haendel en Londres que siendo alemán puso en
pie a todos los que escuchaban y desde entonces en Inglaterra se
escucha de pie. No hace falta que nos pongamos de pie si no es esa la posición
en la que estás haciendo la oración, pero entendamos el gesto del público
que arrebatado por el momento se levanta. Qué impresionante es incluso
cuando lo oímos, aunque ya lo hemos hecho muchas veces, pero siempre nos
sobrecoge.
“Llena de gracia, porque el que
mereciste llevar en tu seno, resucitó, Aleluya” Y no sigo porque debes de
saberte esta oración breve que sustituye al Ángelus durante todo este tiempo, o
debes aprender, es tan dulce, llega tanto al corazón, te acerca tanto a Ella y
junto a ella repites con Ella. Y verás cómo se pasa el rato de oración sin
darte cuenta y durante todo el día la llevas presente y con su Hijo saltas de
alegría porque esa resurrección salta a todos los que desean salvarse.