Purifico mi oración antes de comenzar,
le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí
mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean
puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Día siguiente a Navidad. Ayer todo eran
alegrías, villancicos y turrón. Hoy la Iglesia nos presenta la figura de S.
Esteban, protomártir. ¿Por qué? Porque acoger a ese Niño Dios que nació ayer,
lleva al martirio sí o sí. ¿Puede esperar el discípulo ser más que su Maestro?
Si Tú, Señor, terminaste crucificado, yo, ¿espero morir en un pedestal?
El Evangelio de hoy nos pone ante la
pregunta: ¿cómo vivo la prueba? Llega un momento en la vida en el que Dios deja
de conceder golosinas espirituales, y comienza a darnos a probar el sabor
amargo de la prueba. Y es un momento muy importante en la vida de fe, pues aquí
es cuando los que se buscaban a sí mismos, desertan. Quien es cristiano
principalmente para llenar los agujeros de la propia vida, nunca conocerá el
verdadero rostro de Dios. Es necesario estar dispuesto a ser privado de los
consuelos de Dios si el mismo Dios permite la prueba en nuestra vida, y parece
callar. Si nos purifica, es para dársenos Él mismo. Entonces, ¡bendita
prueba! Él comenzará a ser nuestra verdadera riqueza… Dios quiere ser
nuestro Dios, no un ídolo más entre muchos. Yo seré tu Dios, y tú serás
mi pueblo, si guardas mi Alianza (cf. Gn 17, 7)
No os fieis de la gente, porque os
entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer
ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y
ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir
o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no
seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por
vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres
a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os
odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir
los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013,
antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,
en la noche del mundo,
tocar la mano de Dios,
en la noche del mundo,
tocar la mano de Dios,
y así, en el silencio,
escuchar la Palabra,
ver el Amor.
escuchar la Palabra,
ver el Amor.
Señor, que el misterio de la Navidad no
sea para mí una historia pía y romanticona, sino que descubra que la madera del
pesebre es la madera de la Cruz. Tu vida, de principio a fin, Señor, estuvo
marcada por la pobreza, el abandono, falta de acogida… Y todo por mí… San
Esteban, que arrancaste con tu sangre derramada a Pablo de Tarso de la
incredulidad, intercede para que nuestras vidas sean derramadas en sacrificio
por la salvación de la humanidad entera.