La oración de hoy es estar junto al
pesebre: Adorar a Jesús recién nacido, en brazos de María y protegidos por san
José.
La oración de hoy es mirar, escuchar y
sobre todo dejar que se desborde el amor.
Para mirar os propongo un cuadro de
Murillo donde, como nos aconseja san Ignacio, nos tenemos que meter en la
escena. Hay muchos personajes en el cuadro, y entre las sombras hay sitio
también para nosotros:
Para escuchar nada mejor que unameditación de Abelardo, en su primera Navidad desde el cielo.
Os copio un fragmento del final de esta
contemplación del Nacimiento de Abelardo. La he titulado “la teología del
burrito de Belén”:
“Haz estas contemplaciones desde el
corazón de la Virgen, no te salgas del corazón de la Virgen… Acaricia al Niño,
con tu mirada, con tus manos… Métete en el corazón del Niño, que es el corazón
de Dios, es el corazón de Jesús… Contémplalo todo… Te puede ayudar en esta
estampa hasta ser el burrito que hay allí metido en el establo… A mí también me
ha gustado en algunas contemplaciones decir: Yo soy el burro. Voy a contemplar
la escena desde el burro… Fíjate, ese burro ha tenido el privilegio de llevar
montado encima a la Santísima Virgen cuando estaba con el Niño en su seno; después
ha tenido el privilegio de asistir al nacimiento del Hijo de Dios, y ha
calentado al Hijo de Dios con su vaho, le ha dado calor; después ha ayudado a
la Santísima Virgen y al Niño a huir a Egipto y han ido montados sobre él; y en
los años que estuvieron en Egipto, ese burrito sin duda ha servido de juguete y
de entretenimiento al Niño, que se sentaría muchas veces sobre el burrito, lo
cogería de las orejas, jugaría con él, se montaría y el burrito le llevaría de
un sitio para otro… Y el burro no se ha dado cuenta de nada… De que ha estado
con él Dios, que lo ha cogido Dios, que lo ha acariciado Dios, que se ha
montado en el Dios, que él ha hecho cosas por Dios… Y no se ha dado cuenta de
nada… Ese soy yo. Ha hecho maravillas conmigo, ha jugado conmigo… Y yo he hecho
cosas por Dios sin darme cuenta de nada… Pues hasta el burro te vale para la
contemplación… Se ha llevado afectos del corazón de Dios ese burrito… El día de
la resurrección de la carne merece estar en el cielo también… A ese burrito lo
estrecharía yo y le daría un abrazo muy fuerte y le diría: Bien, burrito, bien…
Has hecho por mi Dios lo que no hizo nadie… Nadie le recibió y tu le diste
calor, jugó contigo, le serviste de entretenimiento… Pues así tenemos que ser
nosotros, que somos hijos de un Dios agradecido, de un Dios del que se puede
uno compadecer…
Métete en el corazón de la Virgen y no
te salgas de ahí”. (Abelardo, 1986)
¡Feliz Navidad!