19 de diciembre – Puntos de oración


Dos entrañables y milagrosas historias, la de Sansón y la de Juan Bautista, afirman que para Dios nada es imposible. A pesar de que Sara e Isabel eran estériles, Dios irrumpe y las llena de vida.
Como tantas veces hemos cantado con Abelardo “si tu barca es vieja y amenaza hundirse –estéril- Jesús la ha escogido” y la guía a puerto de paz.
Después de dos mil años, la historia jubilosamente se repite y a diario podemos constatar que el Señor obra milagros. Hay portales como “Religión y Libertad” que sobresale en presentarnos la presencia real de Dios en el mundo y en la vida de las personas.
Tú puedes ser el Sansón, el Bautista del 2019 si haces realidad en tu vida el salmo y te apoyas enteramente en el Señor, vaciándote del todo y en todo, llenándote de su gracia, como María, la Llena de Gracia.
San Ignacio en sus Ejercicios y el Papa Francisco en las homilías y mensajes suelen presentar tres puntos como las lecturas de cada día.
1. El Ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo” … La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo.  Y el espíritu del Señor comenzó a actuar sobre él (Jueces 13,2).
Sólo en la noche, lucen las estrellas. Sólo en las manos vacías, aparentemente estériles, puede habitar la gracia y fecundar la vida.
2. Porque Tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector. Salmo 71, 3.
Y por eso te canto: “Mi fortaleza eres Tú Señor, porque Tú , me has dado la vida”. Y repito la jaculatoria: “Corazón de Jesús en Ti confío porque creo en tu amor para conmigo.
3. Pero el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor” (Lc 1,5).
Ya no temo a nada ni a nadie porque sé que siempre me escucha el Señor y me lleno de gozo y mi vida se convierte en un Magníficat. Gracias, Señor, prepara mi corazón como un nuevo pesebre para recibirte con la ilusión del niño que espera sus juguetes, sus vacaciones, su mejor amigo.
COMENTARIO DE San Efrén (c. 306-373) Diatessaron, 1, 11-13
«Zacarías volvió a su casa; días después Isabel, su mujer, concibió»
El ángel le dijo: «Tu ruego ha sido escuchado por Dios». Si Zacarías creía que su ruego sería escuchado, oraba bien; si no lo creía, oraba mal. Su oración estaba a punto de ser escuchada y, sin embargo, dudó. Es del todo correcto que en este momento la misma palabra se alejara de él. Antes oraba para llegar a tener un hijo; en el momento en que su petición fue escuchada, cambió y dijo: «¿Cómo estaré seguro de esto?» Porque su boca dudó de su oración, perdió el uso de la palabra... Mientras Zacarías creyó, hablaba; después que dejó de creer, se quedó mudo. Mientras Zacarías creyó, hablaba: «Tenía fe y por eso hablé» (Sl 115,10). Porque menospreció la palabra del ángel, esta misma palabra se le convirtió en tormento a fin de que, con su silencio honrara la palabra que menospreció. Era conveniente que se quedara muda la boca que dijo: «¿Cómo estaré seguro de esto?», para que aprendiera que el milagro era posible. La lengua que estaba desatada fue atada para que aprendiera que Aquel que había atado la lengua podía desatar la suya. Así pues, fue la experiencia la que instruyó a aquel que no había aceptado la enseñanza de la fe... Aprendió que aquel que había cerrado una boca abierta podía abrir un seno cerrado.

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