El Señor se manifiesta en nuestra vida a
través de sus signos. Signos que se hacen visibles en los momentos más
difíciles de nuestra vida (en lo profundo del abismo) y en los momentos de
mayor alegría (en lo alto del cielo).
Los signos de Dios se muestran ante los
ojos del hombre para que:
· Reconozcamos la acción de Dios en nuestra vida.
· Confiemos más en su acción providente.
· Nos sintamos amados por un Dios generoso que reparte el pan a sus horas.
En muchas ocasiones, necesitamos un
signo del Señor que nos ilumine, las lecturas de hoy nos presentan dos
actitudes ante los signos de Dios:
· Ajaz, quien prefiere permanecer lejos de la luz de los signos de Dios.
Signos que le ayuden a entender y confiar más en Él.
· María, sobrepasada por un hecho sobrenatural, pide luz a Dios reconociendo
su incapacidad para entender aquello que le pide el Ángel, abandonándose en Su
voluntad: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. Dios, viendo la humildad de
María, le muestra un signo: su prima, la que llamaban estéril, está embarazada
de seis meses, pues “para Dios no hay nada imposible”.
Pidamos al Señor que nos enseñe a
confiar más en Él, que nos enseñe a descubrir los signos que Él continuamente
está haciendo en nuestra vida, para que nuestra Fe se vea fortalecida y podamos
crecer en humildad ante los ojos de Dios.