20 diciembre 2012. Jueves de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Al preparar la oración de este día, descubro con gozo,  que el Evangelio que hoy nos presenta la Iglesia, es el mismo que escuchábamos en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el pasado 8 de Diciembre. Así que, vuelven a mí los sentimientos de aquel día en que festejamos a nuestra Madre...

            Hoy, como entonces..., me quedo con esa parte de la salutación angélica, en la que se nos revela el nombre de María en el Corazón de Dios: "Llena de Gracia"

            Y entrando donde ella estaba, le dijo el ángel Gabriel:

            "Dios te salve, llena de gracia, el Señor es
            contigo..." (Lc. 1,28)
            ¡Nunca jamás se oyó semejante saludo...!
            ¡Nadie pudo ser llamado así...!
            ¡Y solo Dios podía decirlo...!

            Dios te salve "llena eres de gracia"
            ¡Oh, quien pudiera saber el nombre divino de uno...!
            ¡El que Dios tiene para llamarnos...!
            ¡El que sólo Dios conoce…!
            ¡Oh si un ángel me saludara algún día con ese nombre...,
            inscrito en el libro de la vida...!

            Dios te salve "llena de gracia"
            Los gramáticos dicen que indica estado...
            Pero el vocablo, no se deja traducir fácilmente...
            Sin indicación de tiempo, perfila en deliciosa postura,
            el estado de una Virgen frente a la eternidad de Dios...

            Dios te salve "llena de gracia"
            Las vasijas de Caná se llenaron de agua...
            A la "llena de gracia" la colmó el cielo...
            De análoga plenitud, nos habló S. Juan cuando escribió:
            "De su plenitud (del Hijo)
            todos nosotros recibimos gracia sobre gracia..." (1,16).

            Pidamos en nuestra oración de hoy, que en esta Navidad que se acerca nos enamoremos de la Gracia...; esa Gracia Divina que  encarnándose se hace niño, y se nos da en los brazos maternales de la Virgen..., la "llena de gracia".

            ¡La Gracia! ¡Qué don tan sublime del Hijo y en la Madre...!

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