Preparamos hoy una entrañable fiesta de Sta. María; la Virgen de la Esperanza. Recogiendo nuestros sentidos, interiores y exteriores, procuramos entrar en la oración sabiendo que sin el Espíritu no podemos ni sabemos hacer nada de provecho
Hoy la figura de S. José nos ilumina en nuestras zozobras cuando queremos seguir a Jesús.
José, el esposo en conflicto y espera
José se encuentra con un problema de conciencia por que su prometida está encinta. La ley manda denunciar a la prometida que resulta embarazada. Se trataba de una decisión muy grave para María, que corría el riesgo de ser apedreada. José es justo y quiere cumplir la ley, pero ama a María. Para no avergonzarla decide simplemente separarse. Pero se siente confuso y, al mismo tiempo, confiado. Y en calidad de tal se convierte en densa figura del tiempo de adviento.
Como es habitual en la Biblia aparecen en escena los ángeles de Dios. Se hacen notar en los sueños, en los mensajeros de Dios. Es el mensaje de Dios con la invitación a la confianza y la revelación de lo que está sucediendo el que saca a José de su conflicto de conciencia. José puede llevarse a casa a su novia. El niño nacerá. José le dará el nombre que significará la misión salvadora. Se llamará Emmanuel.
El evangelista Mateo tiene especial interés en situar el nacimiento del Mesías Jesús en continuidad con la tradición bíblica del Antiguo Testamento. Jesús es hijo de David por medio de José y sus progenitores. Y es Hijo de Dios. Mateo acentúa la continuidad mediante el recurso de la cita del profeta que se cumple en él. Lo que está sucediendo es la realización de una promesa previa. De forma similar lo hace en otras doce ocasiones. Mateo relee la profecía de Isaías, la joven esposa del rey en Isaías se convierte a los ojos de Mateo en una virgen que da a luz. Mateo relee y actualiza inspiradamente. Los discípulos de la Palabra en el tiempo leemos y nos dejamos afectar y personalizar por la Palabra de la vida.
Ofrezcamos hoy, al Padre del Cielo, tanto sufrimiento de personas que intentan serle fieles y se encuentran con grandes pruebas: pedimos para que no desfallezcan y La Virgen interceda para que Dios mande algún Ángel (aunque sea de carne) para consolar y fortalecer en el camino emprendido.
Santa María de la Esperanza es madre y maestra de la espera anhelante pero sosegada; sencilla en sus quehaceres, eleva el corazón constantemente al Padre y al Hijito que tiene en sus entrañas, por su esposo José por ti y por mí en este día.
Nuestra fortaleza y consuelo son las súplicas ardientes de esta buenísima Madre…
“Acuérdate, oh piadosa Virgen María que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado de Ti…”