15 abril 2010, jueves de la 2ª semana de Pascua – Puntos de oración

Comenzando la oración: Dos pensamientos del Santo Cura de Ars nos ayudan a comenzar nuestra oración. El primero nos hace caer en la cuenta de la necesidad de la oración: “El hombre es tan grande que nada le puede satisfacer sobre la tierra: sólo cuando se dirige a Dios puede estar contento… Sacad a un pez del agua y ya no vivirá. Así es el hombre sin Dios”. El segundo, nos indica cómo hemos de orar, orientados hacia la presencia de Cristo glorioso y resucitado, siempre vivo en la Eucaristía: “Cuando no podamos ir a la Iglesia, orientémonos en la dirección del sagrario. El Señor no tiene muros que lo detengan”. Puestos así, en la presencia de Dios, escuchamos su Palabra.

Puntos de oración

“El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio”. Con estas palabras que Jesús dice a Nicodemo, el Señor está indicando que Él es testigo del Padre, de lo que ha visto y oído en la intimidad de la vida trinitaria antes de encarnarse y hacerse hombre. El misterio oculto de Dios, invisible a los ojos del hombre, se ha hecho visible en Jesús: la Palabra se ha hecho carne, para que la pudiéramos tocar con nuestras manos, escuchar con nuestros oídos, ver con nuestros ojos… En la oración podemos revivir esta experiencia de los apóstoles y discípulos: como las mujeres en la mañana de Pascua, que se abrazaron a los pies de Jesús adorándole; como Santo Tomás, que metió sus dedos en las llagas de Jesús y confesó su divinidad: ¡Señor mío y Dios mío!

“Nadie acepta su testimonio… el que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida”. Jesús experimentó el rechazo: “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron”. Los apóstoles corren la misma suerte de Jesús: “¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése?... y decidieron acabar con ellos”. Es la misma prohibición que pesa hoy de forma tácita sobre los cristianos, pero como Pedro y los apóstoles no podemos callar lo que hemos visto y oído. Si estamos llenos de tierra, absorbidos por las cosas terrenales, saciados de lo material, hablaremos de la tierra; pero si nuestro corazón está lleno de Dios, si nos sumergimos en la oración, daremos testimonio del amor que Dios derrama en nuestras vidas: “¡Gustad y ved qué bueno es el Señor”.

“El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano”. El Padre ha glorificado a Jesús resucitándolo de la muerte y le ha dado poder sobre toda carne. Es un poder para dar vida eterna a todo el que cree en Él. En nuestra oración de hoy pongamos nuestra vida en las manos de Jesús. Contemplémosle lleno de gloria, dando vida eterna a todo lo que está en sus manos. Pongamos en su Corazón vivo todas aquellas situaciones nuestras o de los hombres que necesitan del poder de su resurrección: este problema, aquel drama o enfermedad, esas miserias o limitaciones que nos aquejan. Confiemos en Aquel que da el Espíritu Santo sin medida a los que le obedecen y lo esperan todo de su amor.

Concluyendo la oración: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. A lo largo de esta jornada, estar atento a la voz de Dios. Él concede la fuerza de su Espíritu para hacer su voluntad. No tengamos miedo a nada.

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