29 de abril, Santa Catalina de Siena – Puntos de oración

Nuestra oración tiene hoy como intercesora y modelo de contemplación a Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia. Vivió en el siglo XIV consagrándose a Dios como seglar en la Tercera Orden Dominicana. Movida sólo por un ardiente amor a Cristo y a la Iglesia promovió la paz en su tiempo y la unidad de la Iglesia. Así la define el P. Morales en las Semblanzas: “Cristiana auténtica, bautizada coherente, siente el derecho y el deber de defender la pureza del mensaje de Cristo… Apunta incansable a cambiar el corazón de las personas. Sabe que la crisis del mundo son crisis de santos. Lo que Cristo quiere es un puñado de hombres suyos en cada una de las actividades humanas”.

Hacemos nuestra una oración de Santa Catalina en la que expresa su sed de Dios: “Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Tú sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable, pues en tu insondable profundidad sacias al alma de forma que siempre queda hambrienta y sedienta de Ti, Trinidad eterna, con el deseo ansioso de verte a Ti, la luz, en tu misma luz”.

La primera lectura de este día habla de la Sangre de Cristo, signo del amor hasta el extremo con que hemos sido amados: “Si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados”. En su amor apasionado a Cristo, Santa Catalina veneraba el misterio de la Sangre de Cristo, que nos ha alcanzado la redención y el perdón de los pecados. Así escribía en una carta unas palabras impresionantes: “Ahogaos en la sangre de Cristo crucificado, y bañaos en la sangre, embriagaos de la sangre, revestíos de la sangre. Y si hubierais llegado a ser infiel, bautizaos de nuevo en la sangre; si el demonio hubiese ofuscado el ojo del intelecto, lavaos en el ojo con la sangre; si hubierais caído en la ingratitud de los dones no conocidos, sed gratos en la sangre… En el calor de la sangre disolved la tibieza, y en la lumbre de la sangre caiga la tiniebla y sed esposo de la verdad”. Si ahora volvemos a leer estas encendidas palabras y donde pone “sangre de Cristo”, leemos “amor de Cristo”, comprenderemos plenamente su sentido, pues el amor a Cristo ha llegado hasta derramar su sangre en la Cruz por nosotros.

La humilde Doctora de Siena es la mística de la Iglesia, sobre la que ve fluir continuamente la sangre del Salvador en el sacrificio de la Misa y en los sacramentos. Pidamos ese mismo amor capaz de hacerse servicio a la Iglesia. Meditemos estas frases de la santa:

  • Por amor a Jesucristo, debemos apasionarnos por la santa Iglesia
  • El más agradable a Dios de todos los servicios es servir a su dulce Esposa, la Iglesia
  • La Iglesia no es otra cosa que Cristo
  • El Papa es el dulce Cristo en la tierra.

Concluyamos nuestra oración ofreciéndonos en este día por la Iglesia, Esposa de Cristo, renovando nuestros compromisos de militantes o nuestra consagración de cruzados en servicio de la Iglesia. Oremos por el Papa Benedicto XVI, “dulce Cristo en la tierra”, que está sufriendo en estos momentos el acoso injustificado del ateísmo militante.

Archivo del blog