Es impresionante leer cómo la espera de siglos, del
pueblo de Israel, que anhelaba la llegada del Mesías, que cumpliría las
profecías y liberaría a su pueblo, se cumplen en Jesús. Dice el evangelio de
hoy:
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la
sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la
lectura, donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él
me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los
cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los
oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor” […]. Toda la sinagoga tenía
los ojos clavados en Él. “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de
oír”.
¿Y yo? ¿Puedo decir que esta Palabra se cumple en vida?
Si sí, actualizarla en mi vida actual, dándote gracias, Señor, y saliendo a los
caminos de la vida a ser testigo de tu Amor salvador.
Si no, pedir de corazón la gracia de que se cumpla la
salvación del Señor en mi vida, y presentarle mi ceguera, mi lepra, la
injusticia que sufro.
Mesías significa “Ungido”. Jesús, Tú has sido ungido por
el Espíritu. Nosotros hemos de ser ungidos, como Tú, Señor. Y una vez ungidos,
necesariamente somos enviados, como Tú Señor, a los hermanos pobres (pobres
económicamente, en soledad, que soportan injusticias, que no te han conocido,
que han sufrido pérdidas, que viven desorientados, que están esclavizados por
el pecado, …).
Ven Espíritu Santo, ilumina nuestras inteligencias, fortalece nuestras voluntades, enciende nuestros corazones en el fuego de tu amor… Santa María, ruega por nosotros.