Hoy Señor me invitas a la oración con unas lecturas de las que se
podrían sacar muchas cosas, pero fundamentalmente veo que hoy, una vez
más, quieres decirme lo poco que me entero y lo mucho que me
quieres.
Vaya parejas que me muestras hoy: Caín y Abel, Felipe y Natanael,
Natanael y tú…
Caín veía cosas buenas en Abel y por envidia y egoísmo lo mata. Felipe
ve algo en Natanael y con generosidad y saliendo de sí mismo lo invita a
conocer lo bueno que ha descubierto.
Natanael te ve, se pone borde, a la defensiva (¿de Nazaret puede salir
algo bueno?) Y tú le das una respuesta de cariño y él “se encuentra contigo” y
alucina.
Todos los días podemos responder de mil formas ante cada encuentro que
tenemos con cada persona que nos encontramos. Pero sólo hay una respuesta
correcta: el Amor.
Da igual cómo nos venga el otro, da igual la circunstancia, da igual
nuestro momento del día. Mi respuesta tiene que ser la de Jesús, amarle.
Un instante, una respuesta de amor que lo cambia todo ¿te suena?
María, ayúdame a no perderme y perder de vista ese instante, esa oportunidad diaria y cotidiana de dar una respuesta de amor, como tú sí, una respuesta que lo cambia todo, aunque yo no tenga ni idea en ese momento.