La oración es amor activo y amor pasivo, que siempre busca a Dios, y nos
permite dejarnos querer por El en todos los misterios de la vida.
Reflexionamos sobre las lecturas y nos damos cuenta de la fuerza de
Dios dentro de las personas. Siempre transforman vidas.
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?».
Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».
Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma
Leyendo el Evangelio recordamos los momentos fundamentales de nuestra
vida, actividades, trabajos. Cuando hay personas mayores, a veces somos un
obstáculo para los jóvenes, pues no les dejamos espacio, hacemos sus cosas, perdemos
su confianza y no dejamos actuar. Por ello, necesitamos que nos den confianza.
Jesús nos dice claramente que “conviene que Yo me vaya, porque si no, no vendrá
a vosotros el Paráclito”. De esto se trata, de que venga el Defensor, el
Necesario, el Espíritu Santo.
Señor, tus discípulos se entristecieron cuando les anunciaste que te
ibas. Pero Tú le animaste a contemplar tu partida con optimismo, pues junto al
Padre, le ibas a enviar el Espíritu Santo. Jesús, en los momentos de crisis
espiritual, en los que te siento muy lejos de mí, ayúdame a recordar que soy
templo del Espíritu Santo.
Estamos en el mes de mayo, mes de María. Siempre me gusta jugar con su
acróstico de cinco letras: Os invito a pronunciarlas, paladearlas,
contemplándola con ternura y confianza:
Madre
Auxiliadora.
Reina
Inmaculada
Abogada
María es madre de Dios para alcanzarlo todo y madre de los hombres para concederlo todo. ¡Hágase, Estar, Magnficat!