Hoy, en el Evangelio de Juan, se nos muestra cómo en aquel tiempo todos
esperaban la llegada del Mesías y tenían sus criterios para poderle reconocer.
Querían que fuera como ellos se lo imaginaban. Sin embargo, Jesús no se somete
a esta exigencia. Revela al Padre como es el Padre y no como les gustaría a los
oyentes que fuera… A los judíos les cuesta creer que Jesús es el Hijo de Dios.
Por lo tanto, Jesús les recuerda y les pone la imagen de aquellas ovejas que
escuchan la voz del pastor. Jesús, buen pastor, aquel que da la vida por las
ovejas. Jesús dice: mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas
me siguen, ellas no perecerán jamás, nadie las arrebatará. El Señor
pide que nos convirtamos en nuestra manera de pensar y actuar. Hoy también,
cada uno de nosotros, tiene sus gustos y preferencias. A veces, leemos el
evangelio para ver si allí encontramos la confirmación de nuestros deseos. El
evangelio de hoy arroja luz al respecto.
Jesús no se sometió a las exigencias de los que querían comprobar si él era el mesías anunciado. ¿Hay en mí algo de esta actitud dominadora e inquisidora típica de los adversarios de Jesús?