Es tan fácil y a veces lo hacemos taaaan difícil.
Permanecer en el Amor de Dios. Es lo único que tenemos que hacer.
Y eso, ¿cómo se hace? Pues dejándome amar por Él, dejando que me salve
como al Buen ladrón, que me mire en la humillación, que me atreva a querer
cuando nadie me ve, que me deje perdonar cuando vuelvo a caer.
Se hace guardando los mandamientos, entregando mi orgullo y mi pereza,
mi falta de amor, mi desorden, mi tibieza.
Y así su alegría estará en mí y mi alegría llegará a plenitud.
Estoy convencida que María se dejaba amar así. Los que son de María me
lo muestran, nuestros Cruzados de Santa María lo viven y alguno hasta lo canta.
Querida Madre, ayúdame a dejarme querer todo lo que el Señor quiere amarme para que mi alegría llegue a su plenitud.