Hoy
es domingo y vamos a procurar hacer nuestro rato de oración dedicando toda la
atención y todo el tiempo necesario. La lectura de la sagrada escritura debe
ser hoy más tranquila y haciendo oración con ella.
Nos ponemos en la presencia de Dios y hacemos un acto puro de amor de Dios.
Recordamos con Santa Teresita y nos ofrecemos a ser amados por Jesús en este
rato de oración; ojalá se prolongue para siempre.
Los textos de las lecturas de hoy nos ayudan a sentir la misericordia de Dios.
En la primera lectura vemos como el corazón de Dios se enternece por los
sufrimientos que su pueblo está pasando en Egipto y manda a Moisés para que
saque al pueblo del estado de postración y esclavitud en que se encuentra: “He
visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los
opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a liberarlos de los
egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y
espaciosa, tierra que mana leche y miel”.
Estas palabras están cargadas de verdadera misericordia: Dios se fija en las
miserias de su pueblo y se le enternece el corazón. Dios siempre se está
fijando en nosotros y siempre escucha nuestras peticiones, se fija hasta
en los detalles más ínfimos. Saber que tengo al Señor mirándome con cariño, con
amor y que está siempre dispuesto a ayudarme y a darme todo lo que más me
conviene: “El Señor es compasivo y misericordioso”.
El Evangelio de San Lucas es el evangelio de la misericordia. Las parábolas más
jugosas aparecen en este evangelio. Jesús se muestra paciente y misericordioso.
Yo veo reflejado a Jesús en el personaje del criado: el Señor quiere cortar la
higuera porque lleva mucho tiempo sin dar fruto y el criado interviene: “Señor,
déjala todavía este año, yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da
fruto. Si no, la cortas”
Dar otra oportunidad más es cosa de Jesús, siempre te da otra oportunidad;
estoy seguro que si ese año sigue sin dar fruto, le pedirá al señor una nueva
oportunidad. Qué alegría me produce tener un señor así: siempre intercede
ante el Padre y siempre te da una nueva oportunidad. Tenemos un buen abogado.
Terminaremos nuestro rato de oración pidiéndole a la Virgen que haga nuestro
corazón como el suyo, que nosotros también seamos misericordiosos y aprendamos
a dar una nueva oportunidad a los que nos rodean.