17 febrero 2016. Miércoles de la 1ª semana de Cuaresma – Los siete santos fundadores – Puntos de oración

Hay tanto y tan bueno para meditar en este santo tiempo de Cuaresma en el cual la Liturgia de del tiempo que nos propone la Iglesia está tan bien cuidado y preparado para los fieles que solo siguiendo con atención las lecturas de cada día, nos están incitando a la conversión continuamente.
Por eso comencemos invocando al Espíritu Santo que abra nuestra inteligencia y mueva nuestra voluntad para que su Palabra como semilla, caiga en nuestra alma como en tierra  buena para que dé el máximo fruto: ¡Ven Espíritu Santo! Ilumínanos, muévenos, conviértenos para que nos acordemos de “Eres polvo y al polvo volverás”, “convertíos y creed en el Evangelio” (Miércoles de Ceniza); “¡Oh Dios!, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu  firme” (jueves); “Señor, enséñanos tus caminos, instrúyenos en tus sendas” (viernes); “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (sábado); “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (domingo); “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida” (lunes); “Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias” (martes).
Y hoy 17, miércoles, podemos tomar la frase del salmo 50: “Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias”. Es el salmo de la misericordia al que podemos volver en este momento y leerlo para seguir preparando los puntos para la meditación de hoy:
a)       Misericordia, Dios mío; por tu bondad, por tu inmensa compasión,…
b)      ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,… (que ya hemos leído como versículo antes del Evangelio en días anteriores).
c)       Los sacrificios no te satisfacen,… un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias (que es la de hoy miércoles).
Cualquiera de ellas nos puede servir para hacer una oración  del corazón que consiste en que al ritmo que respiras, sin prisas vas recitando la frase, palabra por palabra, sin prisas hasta acabarla y acompañado de la respiración la vuelves a recitar y vendrán las sugerencias al corazón, y vueltas hacia Él: Sí, Señor, un corazón quebrantado, como el tuyo por la salvación y conversión de todos los hombres,… humillado, desapareciendo, subir bajando, “para aspirar a la santidad, es preciso creer que nuestra nada, pequeñez y miseria, son los escalones imprescindibles para bajar a esta cumbre, que solemos poner en la altura y, por el contrario, se encuentra bajando” (Abelardo, en la meditación para este día). Y así discurrir por donde nos lleve el Espíritu con ese fondo musical de la frase que hemos tomado: “Un corazón quebrantado y humillado, tu, Señor, no lo desprecias”. Dame un corazón así, Señor como el tuyo, como el de tu Madre,…
Cualquier texto delas lecturas  de este día y de las de cada día nos ayudarán a hacer este tipo de oración: “Vio Dios cómo se convertían de su mala vida, -los habitantes de Nínive- tuvo piedad de ellos. Ellos se convirtieron” (¿y yo?)
Acabo con el último párrafo de la meditación de Abe para este día que no tiene desperdicio:

Se triunfa en la Cruz, es decir, subiendo al leño en que Jesús figura como primer modelo de amar la humillación, y nos ofrece a su Madre para que en ella encontremos compañía y fortaleza en nuestra cruz de cada día”.

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