16 febrero 2016. Martes de la primera semana de Cuaresma – Puntos de oración

EL PADRENUESTRO
Basta con que centremos nuestra meditación considerando el destinatario: Dios-Padre.
La pastorcita aprendió el Padrenuestro, de niña. Cuando la halló el ermitaño ya rezarlo no sabía: que en diciendo: "¡Padre!", tantas ansias de amor le venían, que las palabras que siguen olvidadas las tenía. Su oración se quedó en "¡Padre!". Pasar de aquí no sabía. ¡La oración así tronchada, cómo a Dios le agradaría!
El destinatario es Abbá. Sabemos que Dios es para Jesús Abbá. En este momento, cuando Jesús nos enseña que debemos dirigir nuestra oración a Abbá, nos hace entrega de su Dios, de su propia relación con Abbá. Nuestra oración no es al Poderoso, al Juez, al Amo, es a Abbá. Esto significa también que los que oramos no somos los esclavos, los temerosos, los asalariados... sino los hijos. Nuestra oración es una relación del hijo con su Padre. Esto trae como consecuencia fundamental que el planteamiento esencial es la seguridad de ser escuchado y atendido. "Ya sabe vuestro Padre celestial lo que necesitáis". "Gracias Padre porque siempre me escuchas".
El creador del universo, el Ser por excelencia, el Todopoderoso abandona su lejanía para hacerse familiar, doméstico, de trato humano y personal: “¡PADRE!”; y a quienes vayan por la vida con un corazón de niño, con ojos tan limpios como para creer que esto es verdad, se les ha de decir: “Bienaventurados porque seréis llamados hijos de Dios”.

Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en elque clamamos: «¡Abba, Padre!». Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos conél, seremos también glorificados con él. (Rom 8, 14 y ss.)

Archivo del blog