Mt 21, 33 - 46
Al iniciar la oración, como nos
indica san Ignacio, debo caer en la cuenta de que Dios me está esperando,
ponerme en su presencia, escuchar lo que Él quiere decirme y contarle lo que yo
tengo en mi corazón.
En este tiempo fuerte de Cuaresma que
la Iglesia nos propone para que en el Año de la Misericordia no nos cansemos de
pedir la conversión, siempre nos estamos convirtiendo, tenemos este rato de
oración con el pasaje evangélico que hoy nos propone la liturgia.
Esta parábola de los viñadores
homicidas es un buen resumen de la historia de la salvación de cada uno de
nosotros por Dios. El hijo del dueño de la viña es arrojado de ella y asesinado
fuera de la viña por aquellos a los que el dueño se la había arrendado. Es una
alusión manifiesta a la muerte de Jesús fuera de Jerusalén.
La viña que empezó representando al
pueblo de Israel, ahora representa a la Iglesia, por tanto los nuevos
arrendatarios de la viña somos cada uno de nosotros de lo que Dios Padre espera
frutos fecundos y abundantes.
La parábola es una llamada a la
conversión para que abramos los ojos y reconozcamos a Jesús como el hijo de
Dios enviado a recoger los frutos. Los primeros cristianos al orar esta
parábola, la entendieron como una advertencia de Cristo y como una invitación
del Señor a dar frutos según Dios, puesto que se la habían confiado. La fe y la
oración han de reflejarse en frutos para no defraudar las esperanzas del Señor
en este tiempo que nos ha tocado vivir.
Para que sea eficaz en nosotros esta
parábola, nos la hemos de aplicar personalmente. Debemos producir frutos
de conversión y misericordia en este tiempo cuaresmal para que seamos unos
viñadores que los frutos que recolectamos los ponemos a la disposición del
dueño de la viña y de todos los hermanos y así no nos adueñaremos de aquello
que no nos corresponde, de esta forma no caeremos en la tentación de
convertirnos en homicidas.
Antes de terminar la oración hagamos
un pequeño repaso de cómo van calando en nuestro corazón las enseñanzas de
Jesús y pidamos a la Virgen de Lourdes que nos ponga junto a su Hijo para que
con nuestro ejemplo evangélico de amor, humildad y misericordia sincera
robustezca a los vacilantes, que guiados por su Espíritu caminemos juntos por
el camino de la verdad y así el mundo crea y se convierta.