Primero
voy a hacer un par de reflexiones sobre el texto de la primera lectura,
justamente de los versículos que se ha saltado la selección que nos ofrece la
Iglesia en esta lectura. En el 4 dice: “4 No acudáis a
ídolos ni oshagáis dioses de fundición. Yo soy el Señor
vuestro Dios”. Está bien clarito a lo que se refiere: a las estatuas que se
hacen para adorarlas. No se refiere a la estatua de La Cibeles a la que nadie
adora. Y si alguno conscientemente adorase a una estatua aunque represente a la
Virgen o a Jesús o a san algo, está equivocado, es un hereje y por tanto no es
católico (tema distinto es el de los que no están bien formados y lo hacen por
ignorancia y son bien pocos).
En Éxodo 20 hay una versión de los mismos mandamientos de
Dios y allí amplia un poco el anterior. Dice “3 No tendrás otros dioses frente a mí. 4No te fabricarás ídolos,
ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el
agua debajo de la tierra. 5 No te postrarás ante ellos, ni les
darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo...”
Pues nuestros hermanos separados, que en Perú hay muchos, se sacan de aquí que
no se pueden hacer estatuas ni pinturas de Jesús, ni mucho menos de la Virgen o
los santos. Piensan que adoramos a la estatua, como si se adorase a la Cibeles.
Según ellos la mamá que lleva en su cartera las fotos de sus hijos, es
porque ama a las fotos o incluso las adora porque son figuras humanas.
El tema está suficientemente claro para el que lee estos
textos sin prejuicios Pero veamos otras reflexiones complementarias.
El mismo Dios manda que para el tabernáculo hagan
dos imágenes de ángeles, y poco después, cuando acampan en una zona llena de
víboras, manda hacer una serpiente de bronce y que la pongan en un estandarte.
El mordido de serpiente que la mire, se curará.
Presumen de tomarse la biblia al pie de la letra, lo que
es imposible. Las predicaciones de Jesús están llenas de metáforas como esa de
que si te escandaliza tu ojo, arráncatelo… y yo no he visto a ningún evangélico
tuerto por este motivo. Volviendo al Éxodo, en el capítulo 21 dice: “2 Cuando compres un esclavo hebreo,
servirá seis años…”, Luego admite la esclavitud. Aún más en 7 dice: “Cuando
alguien venda a su hija por esclava…” luego se puede vender a la hija. Este
texto está escrito con una letra igual de grande que los anteriores, no lo pone
con letra pequeña y justo a continuación de ellos, en el mismo bloque. Y poco
más adelante “15 El
que hiera a su padre o a su madre, es reo de muerte. 17 El que maldiga a su padre o a su
madre, es reo de muerte”. Ninguno de ellos (ni de nosotros) aplica estos
artículos. Por qué unos sí (mal interpretados) y otros no. Quien es el guapo
que dice cómo ha de entenderse la Biblia. (La lista de preceptos que hay en el
Levítico es parecida)
Los católicos aplicamos una regla: en caso de duda la
interpretamos como lo interpretó Jesús y como lo interpretaron sus discípulos.
Guardamos con mucho cuidado estos textos de los llamados patriarcas y los
estudiamos. Queda también el poder que da Jesús a sus apóstoles y a la Iglesia
para estas interpretaciones. (Este párrafo explica una parte de lo que llamamos
tradición).
Ahora vamos a la meditación. Es bien interesante el
argumento que emplea: “Seréis santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy
santo”. Muchos años después, Jesús redondeará la idea: “yo soy la vid, vosotros
los sarmientos”, “el que come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en
él”, “Saulo, Saulo. ¿Por qué me persigues?”. Es decir, no sólo debo ser santo
porque mi Dios, que me ha creado, es santo sino porque le llevo dentro, soy una
parte de Él.
Seguro que tú has comulgado muchas veces en tu vida. Te has
cristificado. Cuando miras, estas mirando también con los ojos de Jesús, para
bien y para mal. Pensemos el “para bien”. Cuando yo veo a un amigo o a
cualquier persona también la mira Jesús. Una de las conclusiones es mirarlas
como la miraría Jesús. Sentir por ella lo que siente Jesús y si es pobre o
tiene alguna debilidad, más todavía. En un cierto sentido yo soy otro Jesús.
¡Qué bonito!
Puedes pensar lo mismo con el tacto. Cuando coges el
dinero, cuando tocas otras cosas. O con los demás sentidos.
¿Y si yo bendigo o hablo bien de otro, le bendice Jesús?
Cuando bendigo a mis hijos.
Tremenda responsabilidad, estupenda grandeza.
Míralo ahora desde el punto de vista de María, su madre y
la mía. Cómo lo practicaba ella. También mirar yo los acontecimientos y las
cosas con los ojos de María.
Ahora llegamos a Jesús ¿Qué piensa de esta unión conmigo?
Por supuesto que hay otros muchos puntos importantes que
pensar y orar en las lecturas de mañana como el “amarás a tu prójimo como a ti
mismo”, que ya aparece en el Levítico.
Por último llegamos a lo del fin del mundo. Es
interesantísima la reflexión sobre nuestra vida con este trasfondo. No te va
a preguntar el dinero que tienes, sino el que das. No le interesa para
nada si eres profesional o doctor o con capacidades mentales limitadas. Sí le
interesa si te has esforzado en crecer y en ayudar a otros desde el punto de
partida que te ha tocado en la vida.