20 diciembre 2015. Domingo de la cuarta semana de Adviento (Ciclo C) – Puntos de oración

El Señor ya está cerca.
Está a las puertas. Preparemos el corazón para recibir a Jesús. La liturgia de Adviento nos ha ido preparando por medio de la presentación de las distintas figuras que han marcado el camino: Isaías, Juan el Bautista, José… Hoy nos acerca la figura más entrañable del Adviento: María.
Te invito a que la oración de este domingo sea sencillamente acompañar a María en su camino.
San Lucas nos lo cuenta así: María ha recibido la buena nueva de que en ella se ha encarnado el Salvador. Pero el ángel también le ha dicho que la gracia de Dios ha alcanzado también a Isabel y la ha bendecido con un embarazo. Y en María se despierta el deseo de servir a Isabel, de ayudarla en los momentos finales del parto. María es la imagen de la “Iglesia en salida” que tanto le gusta repetir al Papa Francisco. Una Iglesia que se olvida de sí y que corre a servir a los más pobres y necesitados.
“María se puso en camino y fue aprisa a la montaña…”: Cuando un corazón está lleno de Dios siempre rebosa. De este modo María corre a servir a su prima y también a comunicar su gozo. Es el auténtico apostolado: el que nace como un impulso desde un corazón enamorado.
¿Qué sentimientos, qué vivencias tuvo María en aquel camino? La imagino en un diálogo íntimo y constante con su Hijo. Ella es el modelo de la Iglesia que ora por los caminos del mundo. Una oración, que es diálogo permanente con el Señor, mientras camina hacia el encuentro con su prima. María, orando en el camino, es el icono de la oración del militante.
Es el momento de hacer caso a Ignacio de Loyola y “meterse en la escena como si presente me hallase”. Imagínate que eres uno más de la caravana a la que se ha agregado María y que vas junto a ella. Acércate a ella, contémplala con sumo respeto, mira su sencillez y humildad, y comienza a dialogar con María.
Ella te va a llevar a Jesús. Siempre lo hace. Lo hizo entonces con Isabel y lo hace con todos nosotros, si tomamos la costumbre de iniciar nuestra oración en diálogo con ella.
“Se llenó Isabel del Espíritu Santo”: Isabel se deja contagiar del gozo por la salvación que le comunica María. Y de nuevo vemos la misma reacción. La cercanía de Dios hace rebosar el corazón de Isabel. Ella se desborda en gratitud hacia Dios. Se admira de lo que ha hecho Dios en su vida y en la vida de María.
Y es entonces cuando dice aquellas palabras que nos desvelan el papel de María en la obra de la salvación: “Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.
María es la que ha creído, la que se ha fiado de Dios, la que ha confiado en que lo que se le ha dicho por parte del ángel se cumplirá. Ella es el modelo de la fe de la Iglesia, es el modelo de nuestra fe.
La liturgia de hoy nos corta la escena aquí. Sabemos que después viene la respuesta preciosa de María a través del canto del Magníficat. Pero la Iglesia quiere que hoy nos quedemos profundizando en la fe de María. Te invito a quedarte aquí y a prolongar tu oración tanto como puedas: da gracias a Dios por la fe de María, o entra en diálogo con Ella.

El Señor ya está cerca.

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