Invocamos
al Espíritu Santo para que sea Él quien dirija nuestra oración y demos los
frutos que Él quiera. Puede servirnos una canción, un texto litúrgico, unas
palabras inspiradas…
Las lecturas de hoy tienen, a mi parecer, tres partes muy
marcadas:
- Punto 1: Misericordia
viene del latín: ‘miser’ que
significa miseria; y ‘cor- cordis’, y lo digo porque me parece preciosa
referencia: pasar por el corazón las miserias del otro, sentir de corazón las
miserias del otro… Y es que, según estas lecturas Dios es principalmente
Misericordioso: “Dios estará en medio de ti y no temerás”, “Dios es como un
guerrero que salva”, “mi poder y mi fuerza es el Señor”… Misericordia de Dios
con nosotros, Dios tiene la iniciativa, Dios me ama primero y se acerca
primero.
- Punto 2: esa
Misericordia tiene un efecto en nosotros: la felicidad: “saco aguas con gozo de
las fuentes de la salvación”, “estad siempre alegres en el Señor”, “nada os
preocupe” (es decir, la paz)… La Misericordia tiene en mí un efecto alegre,
jubiloso, dichoso.
- Punto 3: esos
beneficios que Dios me concede no son para guárdamelos: “que lo conozca todo el
mundo”, “tañed para el Señor, que lo conozca toda la Tierra”… Es aquello que
ocurre en el Evangelio, Juan, que vive de Dios, ha experimentado a Dios y su
Misericordia, se convierte en referente, modelo para los demás como el
precursor de Cristo: “anunciaba al pueblo el Evangelio”.
Y por último, poniendo en referencia al tiempo que estamos
viviendo. Nosotros que estamos esperando al Salvador, nosotros que vivimos de
la Misericordia de un Dios, que toma nuestra miseria haciéndose uno de
nosotros… ¿hasta dónde soy yo precursor? ¿Hasta dónde vivo de Dios, acepto su
Misericordia? ¿Hasta dónde dejo que Dios transforme mi vida y me haga feliz?
En esta oración llénate de Dios, déjate cambiar por él, y
anuncia al mundo lo que Dios ha hecho contigo.
Feliz oración. Feliz Adviento. Feliz venida de Dios a tu
corazón, al mundo...