Empezamos nuestra oración invocando al
Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego
de tu amor”.
Este martes pasado hemos celebrado dos
fechas importantes que deben ser hitos para nuestro peregrinar a lo largo de
este año 2016 que vamos a comenzar. Son la Fiesta de la Inmaculada y la
apertura del Año de la Misericordia. En la celebración de la Fiesta de la
Inmaculada hemos recordado también, el Fiat de la Virgen. Ella se fio del Señor
y acogió al Salvador en su seno. Ella es la humilde entre las humildes.
Pidámosle a María durante este año que interceda ante el Señor para que nos dé
el don de la humildad y de la mansedumbre, como del que ella es modelo. Así
Dios nos cuidará y nos protegerá, como dice la lectura de Isaías: “No temas,
gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio”. No tengamos miedo, el
mismo Dios nos protege y nos lo ha prometido por medio de la palabra del
profeta: “Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los
abandonaré”. De los humildes y sencillos como la Virgen es el Reino de los
Cielos y el Señor nos aguarda.
Pero aún hay muchos que no conocen al
Señor o que viven como si Él no existiese. En el Evangelio de hoy se nos
recuerda la gente que, como ocurre hoy en día, viven en la violencia no sólo
física sino espiritual, es decir en el comportamiento con los demás. No tratan
a los demás como ellos esperan ser tratados. No ven en el otro, el hermano que
Dios nos ha dado, no tienen misericordia de quien tienen al lado. Pero Dios nos
advierte que eso no es lo que le agrada y nos dice “el que tenga oídos que
escuche”. En este Año de la Misericordia que hemos comenzado, sería bueno
proponernos realizar las obras de misericordia, tanto corporales, por supuesto,
como espirituales. Dos de las obras de misericordias espirituales son enseñar
al que no sabe y corregir al que se equivoca. ¡Enseñemos a
nuestros compañeros y amigos que no creen o que viven como si Dios no
existiese, la gran maravilla que es el Señor y corrijamos con amor sus
actitudes, con audacia, al modo de Cristo!
Que la Virgen de Loreto, patrona del
Ejercito del Aire, cuya fiesta celebramos hoy, nos dé alas para llegar muy
lejos en la Evangelización y en el amor a los que nos rodean.