5 diciembre 2015. Sábado de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Si hay algo a lo que el Señor nos quiere impulsar a través de las lecturas que nuestra Madre la Iglesia nos propone para hoy es a un proceso continuo de conversión personal.
Un proceso que sabemos que no depende de nuestras fuerzas, que por nosotros mismos no podemos llevar a cabo, en el que sabemos por experiencia que si nos fiamos de nuestras fuerzas caeremos.
Y ese es precisamente el error, la confianza no la debemos poner en nuestra fragilidad y miseria, sino en Aquel que nos acompaña por este trasiego de la vida. En el mismo que nos la ha otorgado por puro Amor y que, por Amor, nos llevará con Él si confiamos en su misericordia. Así lo refleja la lectura de Isaías: Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: "Éste es el camino, camina por él.”
Con la confianza de un niño en los brazos de su padre, que le corrige afectuosamente cuando falla, pero que lo hace para que su hijo sea feliz. Así nos trata Dios.
En esta oración escucha hoy la voz del Señor que te dice “Este es el camino, camina por él” y da gracias por lo que tienes, por tener un Padre así que te ama tanto que hizo hombre a Su Hijo por nosotros y que le entregó a la muerte por nosotros. Y una muerte de cruz.
Que en este Adviento que vivimos comprendamos que Dios viene al mundo por cada uno de nosotros, porque le necesitábamos, porque sin Él nuestra vida no tendría sentido.
Pero lo hizo, como todo, a su manera. A veces pensamos que Dios se somete a los criterios de este mundo pero no es así. Quiso nacer de una Virgen a la que dio la opción de decidir el destino de la humanidad, de su “hágase” dependía nuestra salvación. Y quiso que fuera Inmaculada, limpia de todo pecado.
Y eso celebraremos en breve mientras tachamos los días en el calendario anhelando esta fiesta de la Inmaculada, celebrando que dijo “sí” a la Voluntad de Dios.
El salmo nos habla también de la necesidad que tiene el mundo de hoy de Cristo, que le necesita: “Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas”.
¡Cuántos corazones destrozados! ¡Cuántos jóvenes con su vida rota! ¡Cuántas familias desmembradas! “Estáse ardiendo el mundo” decía Santa Teresa, y hoy es más real que nunca. “Como ovejas que no tienen pastor” nos dice hoy el Evangelio. Y la misión es nuestra: de nuestro “Hágase” diario -que es un eco de aquel que dio ya Nuestra Madre por nosotros- depende la salvación de los que están a nuestro alrededor.
Acabemos la oración con una petición a la Virgen que nos lanza hoy el Evangelio: “rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”.
Porque a los que han dado ese sí a Cristo, ese “Hágase”, “les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”.
Y sintamos que hoy el Señor nos dice a cada uno, con nuestro nombre:

“Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca”.

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