Hoy es un día especial para todos los que seguimos estos textos
de oración.
¡Qué fácil es ponerse en la presencia de Dios celebrando
esta fiesta de la Virgen del Rosario! Por esta razón en este nos tenemos que
esforzar en rezar meditando los misterios diferentes que nos propone el
Rosario: de gloria, dolorosos, gozosos y luminosos.
Con hacer las lecturas con detenimiento que hoy nos
propone la liturgia nos dan materia suficiente para hacer oración durante unos
días, no solamente hoy.
Hoy nos propone la profecía de Jonás. ¿En qué se parece
esta narración a la vida de Jesús? ¿En algún momento mi vida ha pasado por
situaciones parecidas a las de Jonás?
Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del
pez. Jesús después de muerto pasó tres días en el sepulcro… y resucitó para que
nuestra vida se apoyara en
tierra firme. En la fortaleza de la fe. Nuestra vida encuentra su sentido y su
objetivo en Cristo. “Si Cristo ha resucitado, también nosotros
resucitaremos”…nos recuerda San Pablo.
Si pasamos al evangelio de hoy conocido como del “Buen
samaritano” también nos puede provocar algunas preguntas. ¿Cuántas veces me he
comportado como describe Jesús al
sacerdote y escriba es esta parábola? Para ellos lo importante era la ley
escrita. Poco les importaba las obras. Conocían los Diez Mandamientos, pero
¿cómo los vivían?... “Amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón, con toda el
alma, y al prójimo, como a ti mismo”.
Y nos describe lo que es eso de amar a Dios y al prójimo; no
hay diferencia en el amor.
Esta es la manera del amor de Dios, del amor de la
Iglesia, del amor de María.
No hablan apenas, hacen. “Obras son amores y no buenas
razones”
Un samaritano iba de viaje, se dirigía a un lugar lejano con alguna finalidad y para
ello se puso en camino. No estaba solamente dando un paseo para pasar el
tiempo.
Al ver al hombre, desnudo medio muerto, apaleado por unos
bandidos…
- Al verlo, al mirarlo, le dio lástima.
- Se acercó,
- Le vendó las heridas,
- Lo montó en su caballería, lo llevó a una posada
- y lo cuidó.
- “Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta”.
¿Estoy dispuesto a hacer algo de lo que nos propone el
evangelio de este día?
Ya veo que no es nada fácil, de salir de uno mismo y
dar lo que a veces más nos
cuesta, parte de nuestro tiempo. Desprenderme no solamente de lo que sobra,
sino de lo que necesito. ¿Doy hasta que me duela como nos recuerda Madre Teresa
de Calcuta?
Reconozco que me cuesta, pero la solución está muy
cercana, mirar muy despacio a la Virgen del Rosario.
María como Madre, me ha mirado como ese hombre apaleado
por unos bandidos. María como madre, porque soy su hijo, me ha mirado, se ha
acercado a mí, me ha curado las heridas con bálsamo de su amor, me ha cogido en
brazos y me ha llevado al
médico, al Señor, para que me termine de curar… Sólo tengo que reconocer que
estoy enfermo, tirado en el camino…