“Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”
Podemos empezar nuestra oración, tras ponernos en la presencia de Dios y felicitar a María por su fiesta, repitiendo estas palabras de Jesús. Muchas veces, hasta que la digamos y pensemos casi sin darnos cuenta.
Son palabras que tanto el pueblo cristiano como los grandes escritores espirituales han relacionado siempre con María. Jesús con ellas no quería despreciar a su madre, como una lectura superficial de la escena evangélica pudiera suponer, sino todo lo contrario: ponerla como modelo. ¡Ella es la que escuchó su palabra y la cumplió! Más aún, la Palabra se hizo carne en ella, y así nos vino la salvación de Dios.
Es otra bienaventuranza a añadir a la colección de esas frases de Jesús que han revolucionado la historia de la humanidad.
Las bienaventuranzas han puesto como modelo ante todos los hombres el amor y la misericordia de Dios, hecho esclavo y muerto en una cruz, para descubrirnos el verdadero camino que conduce a la felicidad, a la dicha verdadera: “dichosos”.
Jesús coloca a María como protagonista de ese camino, para que lo hagamos con ella, que escuchó plenamente la Palabra de Dios y la cumplió hasta la última letra.
Ella alentó a los apóstoles a salir a predicar el evangelio después de la explosión de gracia de Pentecostés.
Ella alentó su fe en las dificultades, y fue protagonista en la evangelización de España. Así los sintieron los españoles de tantas épocas y lo han reflejado en la inmensa devoción a la Virgen del Pilar que recorre todos los rincones de España e Hispanoamérica.
Por ello es necesario que también hoy nosotros, en nuestra oración, volvamos los ojos hacia ella, sabiendo que con ella los proyectos de evangelización que queremos llevar a cabo, Ejercicios espirituales, Sabor y saber, The City, la Historia interminable, Laicos en Marcha, etc., irán sobre ruedas, porque estarán bien enfocados, porque en ellos no buscamos el lucimiento personal, una actividad entretenida, conocer cosas nuevas, ni tan siquiera ayudar a los demás, sino evangelizar, llenar los corazones de los que nos rodean del mensaje del Evangelio.
No nos cansemos de pedir hoy, en la oración personal y en nuestra actividad cotidiana, mientras celebramos a la Virgen del Pilar, patrona de la Hispanidad, que ella nos aliente y ayude a escuchar la Palabra de Dios y cumplirla.