Las maldiciones contra los fariseos, que venimos ponderando desde el día de ayer, aparecen también el martes de la XXI Semana del Tiempo Ordinario. Es como si la Iglesia quisiera que volviéramos sobre ellas por segunda vez, con objeto de que las interioricemos un poco más, y sobre todo, intentemos hacer una aplicación práctica a nuestra vida. No es una realidad ajena, no es un problema de los otros, también nosotros podemos incurrir en las mismas faltas o limitaciones que aquellos fariseos.
No sabemos con exactitud donde pronunció Jesús estas palabras. Si seguimos a S. Mateo en su capítulo 23, indica que fue ante las multitudes. En cambio S. Lucas habla de que Jesús entró en casa de un fariseo que lo había invitado a comer. S. Lucas pudo agrupar aquí intervenciones del Maestro que tocaban el pensamiento o el actuar de los fariseos. No podemos dudar, de que Jesús intentó en diversas oportunidades la transformación de ese mundo de “selectos” de la sociedad de su tiempo.
Una vez que hemos enmarcado nuestro texto de hoy, pasemos a su meditación, pero insisto, desde una clave personal. Los fariseos y el fariseísmo, no es una realidad pasada, trasnochada o poco actual. Fácilmente solemos incurrir en errores parecidos o similares.
“¡Ay de vosotros…” Frase corta pero profunda... Es un lamento que se le escapa a Jesucristo, ante una realidad que desearía denunciar y al mismo tiempo cambiar… Denunciar siempre ha sido fácil, lo difícil es transformar al denunciado, y evitar que se vuelva a producir la denuncia. ¡Qué fácil nos resulta el lamento ante un pasado inamovible..! El Señor, no solo muestra sus sentimientos, sino que también da testimonio de la verdad, hacia la cual se debe apuntar la reforma personal.
"Les enviaré profetas y apóstoles…” Dios siempre lo ha hecho a lo largo de la historia; hoy también, pero como siempre ha sucedido, no es fácil reconocerlos, y menos escucharlos, sobre todo cuando son profetas de la Verdad que es Dios. Bien podríamos afirmar que los profetas de hoy pueden ser los “signos de los tiempos”. ¿Estamos a la escucha atenta de los mismos? Ponderemos en nuestra oración, si no estaremos manteniéndonos en una actitud de excesiva seguridad en nosotros mismos… En todo tiempo y época los profetas han sido molestos.
“Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación.” Más que una amenaza, me gustaría pensar que es una advertencia amorosa… Saber que tenemos que responder de nuestros actos y de nuestras actitudes ante la Verdad.., nos salva constantemente de vivir en la mentira o en el error… Por eso oramos el evangelio de este día, para caer en la cuenta de que no podemos seguir en nuestra posible hipocresía.